El Tribunal Superior de Justicia de Edimburgo reconoce la objeción de conciencia de dos enfermeras, respecto a su participación en cualquier acción que se encamina al aborto.
El caso de la salvadoreña “Beatriz” se ha vendido a la opinión pública como el de una cruel prohibición del aborto que pone en peligro de muerte a la madre. Pero el desenlace ha permitido preservar la vida de la madre sin provocar un aborto.
El motivo del veto era que en esa fase del embarazo el aborto es peligroso y causa dolor al feto. Siguen en pie las leyes similares aprobadas en otros siete estados.
Gosnell es sentenciado a cadena perpetua por tres homicidios de bebés en avanzado estado de gestación a los que mató fuera del útero tras fallar el aborto.
El juicio al dueño de una clínica abortista, acusado de matar varios niños resultantes de abortos fallidos, despertó poco interés en la prensa norteamericana al principio, hasta que la despertaron un artículo y el movimiento en las redes sociales.
La muerte de Savita Halappanavar se debió a un “accidente médico” porque no se trató bien la septicemia, y no porque los médicos se negaran a practicarle un aborto.
Para reformar la ley del aborto, no hace falta que el Gobierno y el Partido Popular legislen pendientes de la aprobación episcopal. Basta con que lleven a la práctica su propio programa electoral.
El ministro de Justicia anuncia que presentará “muy pronto” la reforma de la ley del aborto, mientras la Iglesia lanza su campaña por el respeto del derecho a la vida.
Los médicos objetores son al menos el 30% y casi todos en algunas provincias. El Ministerio de Salud dice que hay “abusos” y se plantea exigir “justificación” para objetar.
Países con legislaciones restrictivas sobre el aborto, como Irlanda o Polonia, sufren una presión internacional que actúa como una pendiente resbaladiza.
El movimiento provida ha procurado promover restricciones al aborto en las leyes de los estados y extender por todo el país una red de centros de ayuda a mujeres embarazadas.