EE.UU.: éxito de las campañas provida

Desde que el Tribunal Supremo de EE.UU. definió el aborto como un derecho constitucional, el movimiento provida ha procurado reducir lo más posible el número de abortos. Aunque el objetivo más ambicioso es que se revoque la sentencia de 1973 Roe vs. Wade, sus principales líneas de acción a corto plazo son dos: promover restricciones al aborto en las leyes de los estados y extender por todo el país una red de centros de ayuda a mujeres embarazadas. En estos cuarenta años, se han realizado unos 50 millones de abortos en EE.UU. El dato procede del Guttmacher Institute, una organización privada partidaria del derecho al aborto, cuyos informes son considerados los más autorizados sobre la extensión del aborto en EE.UU. (la Oficina del Censo los utiliza). El aborto experimentó una fuerte subida tras la sentencia de 1973, hasta llegar en 1981 a 29,3 casos por mil mujeres de 15 a 44 años. Después las cifras han descendido de forma sostenida hasta 2008, último año del que el Guttmacher Institute ha ofrecido estos datos. Concretamente, en 2008 la tasa fue de 19,6 abortos por mil mujeres, ligeramente superior al mínimo registrado en 2005: 19,4 por mil. Más restricciones al aborto Según informa el Guttmacher Institute, en 2012 se aprobaron 43 restricciones al aborto en las legislaciones de varios estados, más que en cualquier otro año excepto 2011 cuando fueron 92. El movimiento provida continúa extendiendo por todo el país una red de centros de apoyo a mujeres embarazadas Como tendencia novedosa de este año, el instituto destaca que 24 de las 43 restricciones se aprobaron en seis estados (Arizona, Kansas, Luisiana, Oklahoma, Dakota del Sur y Wisconsin). Pero esto no significa que las reformas provida se limiten a una pequeña parte del territorio. Al contrario, los estados con restricciones legales al aborto son hoy mayoría. En un artículo del año pasado, dos investigadoras del Guttmacher señalan una “tendencia preocupante”: el auge de “estados hostiles al aborto”. Por tales entienden aquellos que han adoptado cuatro o más tipos diferentes de las principales restricciones al aborto. Los estados que “buscan un terreno común” son los que tienen dos o tres tipos, y los “favorables”, los que admiten solo uno. Entre 2000 y 2011, quince estados cambiaron de categoría y todos a alguna más restrictiva: trece se hicieron “hostiles” y dos pasaron al “terreno común”. Así, el panorama ha dado un vuelco en una década: los “hostiles” han subido de 13 a 26, y los intermedios han bajado de 19 a 9. Entre los tipos de restricciones que las investigadoras del Guttmacher Institute consideran más significativas figuran las siguientes: — exigir cierta intervención de los padres (notificación o consentimiento) cuando la embarazada es menor de edad (vigente en 38 estados); — informar a la mujer de las posibles consecuencias perjudiciales del aborto y de las alternativas (18 estados); — períodos de reflexión (normalmente de 24 horas) antes de abortar (10 estados); — hacer una ecografía previa (8 estados); — prohibir o limitar la inclusión del aborto en la cobertura del seguro sanitario (20 estados). Más centros de ayuda a mujeres embarazadas A la vez que impulsa restricciones legales al aborto, el movimiento provida de EE.UU. continúa extendiendo por todo el país una red de centros de apoyo a mujeres embarazadas. El fenómeno ha adquirido tal magnitud que el New York Times –cuya línea editorial defiende el derecho al aborto– no ha tenido inconveniente en dedicarle un amplio reportaje, pocos días antes del cuarenta aniversario de Roe vs. Wade. Los centros de apoyo al embarazo (“pregnancy centers”) no son un invento reciente. Lo que sorprende a este diario es que se han abierto muchos (unos 2.500, frente a las cerca de 1.800 clínicas abortistas) y el creciente respaldo que están cosechando en la opinión pública de varios estados, lo que se traduce en más posibilidades de recibir subvenciones públicas. Actualmente, 27 estados ofrecen las licencias “Choose Life” que permiten operar a estos centros y 13 les proporcionan algún tipo de financiación directa. Algunas de estas ayudas suponen una auténtica toma de postura por parte de los parlamentarios estatales. Por ejemplo, en 2011 Texas aumentó la ayuda económica para los centros de embarazo y en cambio redujo en dos tercios la destinada a los centros de planificación familiar. Los centros de embarazo son populares porque ofrecen ayuda real a mujeres en situaciones de crisis. Gracias a generosas donaciones privadas –la financiación estatal, allí donde existe, no cubre ni de lejos los gastos–, estos centros hacen pruebas de embarazo y ecografías gratuitas, servicios por los que las clínicas de Planned Parenthood cobran. Aunque los centros de embarazo no son establecimientos sanitarios, en ocasiones pueden ofrecer servicios médicos. En todo caso, en ellos esas mujeres –decidan o no seguir con el embarazo– no se sienten solas. Allí se les proporciona asistencia, clases preparatorias para el parto, ropa, comida y otros servicios. Cuenta Pam Belluck en su reportaje para el New York Times que las mujeres que acuden al centro que ha abierto la organización provida Care Net en Waco (Texas) esperan al resultado de sus pruebas de embarazo en una confortable habitación. Las paredes están pintadas con los colores favoritos de las jóvenes de la zona, que fueron previamente encuestadas. Un contraste notable si se compara con los fríos locales de Planned Parenthood. “Nosotros somos los proveedores de servicios médicos de nuestros pacientes, no sus consejeros emocionales”, afirma Katie Wolfe, responsable de formación de esta organización abortista. La forma tan diferente que tienen Care Net y Planned Parentood de ayudar a las mujeres que necesitan ayuda –la compasión marca estilo– puede servir para comprender mejor por qué cada vez más gente en EE.UU. se inclina a favor de la postura provida.

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