12 años de esclavitud

TÍTULO ORIGINAL 12 Years a Slave

PRODUCCIÓN Estados Unidos - 2013

DURACIÓN 133 min.

DIRECCIÓN

GÉNEROS,

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNViolencia, Sexo

ESTRENO12/12/2013


Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 96/13

(Actualizado el 3-03-2014)

A Steve McQueen (Hunger, Shame) le van las historias duras y esta lo es. Su trabajo es valioso, hay una voluntad de estilo más que evidente en el relato, que cuenta con un reparto formidable y una puesta en escena sensacional, con un trabajo fotográfico y un montaje esmerados. Pasa con su película que quien busque un relato complaciente y sensiblero no lo encontrará.

McQueen asume un riesgo, que forma parte de su estilo: retratar el tedio, el aburrimiento, el hastío que genera la maldad. Y por otra parte, es un director que cuando le toca retratar los buenos sentimientos y las virtudes y el lado iluminado de la condición humana tiene muchos problemas. Habrá quien diga que la película está bien pero que no le entusiasma, que falta intensidad y emoción, que hay cierta descompensación en los tres tiempos del relato. Yo no comparto esa postura, pero la entiendo.

La película es fría, a ratos casi mecánica, porque hay mucha rabia contenida en el relato (es una adaptación de una autobiografía del propio Solomon Northup), mucha flema británica, para evitar la sensiblería maniquea. 12 años… no llega al punto de equilibrio pero se acerca mucho. Con todo, quizás la gran película sobre el racismo en América, haciendo abstracción del periodo histórico elegido, siga siendo Arde Mississippi, la obra maestra de Alan Parker estrenada en 1988, que destila inteligencia por todos los poros.

El trabajo del guionista y productor ejecutivo John Ridley quiere respetar la visión de Solomon Northup, un hombre al que pretenden negar su condición humana volviendo a convertirlo en un objeto, en una bestia de carga que puede tener destrezas y habilidades pero no alma, inteligencia y voluntad, libre albedrío.

Las relaciones que Solomon (un majestuoso Chiwetel Ejiofor) tiene con los blancos y con los negros que pasan por su vida son variadas. Hay bastantes matices en la narración porque lo que se cuenta aquí, como en La cabaña del tío Tom, es un relato clave para despertar la conciencia de que había que abolir la esclavitud, en primer lugar, y terminar con la segregación racial a continuación. Todos están bien, pero me encanta el personaje del señor Ford que interpreta Benedict Cumberbatch. A veces uno piensa cómo es posible tanta abyección y, a la vez, ha de hacer todos los esfuerzos del mundo, no para justificar, sino para entender.

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