Si el Congreso no regula en seis meses la situación de los jóvenes indocumentados que llegaron siendo niños a EE.UU., las deportaciones pueden pasar a ser más que una amenaza.
Decenas de miles de trabajadores de Europa oriental que llegaron al oeste tras la ampliación de la UE, regresan a sus países de origen impulsados por motivos económicos y familiares.
Una encuesta en cinco países del viejo continente ofrece un panorama general positivo. Los puntos flojos son la educación y el mercado laboral. Otros estudios arrojan más sombras.
InfoMigrants, una plataforma trilingüe creada por tres agencias de prensa europeas, ofrece información valiosa a las personas que huyen de los países en conflicto.
Según la ACNUR, el pasado año unos 65,6 millones de personas vivían lejos de sus lugares de origen, empujadas por las guerras, la persecución y las violaciones de los derechos humanos.
El grupo de trabajo conjunto entre la Iglesia católica y el Consejo Mundial de Iglesias ha reforzado su sintonía en estos temas en una reunión celebrada en Dublín.
El perfil del extranjero en Europa es más variado de lo que dicen los estereotipos: algunos grupos están mejor cualificados y emprenden más que los nacionales.
Si antes las críticas a la globalización venían de los países invadidos por los productos de Occidente, tras la recesión protesta la clase trabajadora de los países ricos, que ve emigrar empleos y llegar inmigrantes que compiten con ella por los puestos de trabajo. Una serie de tres artículos analiza la cuestión.
Mientras Donald Trump advierte que expulsará a inmigrantes, empresarios de varios sectores quieren que vengan más. ¿Realmente los extranjeros quitan empleos a los nacionales?
La inserción de los niños y jóvenes refugiados sirios en los sistemas educativos europeos debe ganar en agilidad y flexibilidad. El Líbano va muy por delante en esto.