En la tercera temporada, la serie sobre intrigas políticas protagonizada por Kevin Spacey continúa ahondando en el rebuscado cinismo que acaba haciéndola difícil de creer.
Jean-Pierre Améris entrega una historia de aires bressonianos basada en un emotivo hecho real: la acogida de una chica ciega y sorda en un convento de monjas.
Esta especie de “precuela” de “Batman”, centrada no en el superhéroe, sino en el policía James Gordon, tiene mucho potencial para la ficción y el entretenimiento, aunque aún no lo ha explotado del todo.
Sin efectismos y con tono sereno se describen los esfuerzos de un fiscal alemán que en 1958 intenta llevar a juicio a culpables de atrocidades cometidas en Auschwitz.