Premio del Jurado en la sección Un Certain Regard de Cannes 2014, este largometraje del sueco Ruben Östlund ofrece una certera radiografía de los males y desafíos de tantas familias jóvenes en las individualistas sociedades desarrolladas.
Un matrimonio danés y sus dos hijos, todavía pequeños, pasan cinco días de vacaciones en una lujosa estación de esquí de Los Alpes franceses, que goza de una nieve perfecta y un tiempo soleado. El marido trabaja mucho, de modo que su mujer le anima a que aproveche esa ocasión para tratar más a los chavales. Todo marcha bien hasta que un hecho traumático, aparentemente nimio, resquebraja gravemente la unidad familiar.
A veces desconciertan los saltos que da Östlund de la tragedia a la comedia, y viceversa. Y, ciertamente, irrita un poco el torno descarnado y exhibicionista de algunos breves pasajes eróticos, por lo demás habituales en el cine escandinavo. Pero sobre esos defectos se impone la poderosa planificación de Östlund –igual de intensa en los bellísimos planos generales que en los sangrantes primeros planos–, las conmovedoras interpretaciones de todo el reparto y la honestidad con que Östlund constata la inmadurez afectiva, la falta de referentes morales y la incapacidad de autocontrol de tantos hombres y mujeres, a menudo más graves que las de sus propios hijos.
Se agradece, además, el tono realista pero positivo del conjunto, tan rotundo y directo en su afilado retrato de las miserias humanas –todos los personajes tienen sus momentos malos– como en su decidida exaltación de la humildad, el arrepentimiento, el perdón y el amor como los peldaños necesarios para dominar la “fuerza mayor” de los instintos, dar un sentido profundo al trabajo, sacar adelante una familia y ser feliz.
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