Cuenta esta película británica una historia tensa, directa, vertiginosa. Un soldado británico recién llegado a Irlanda del Norte en 1971 afronta su primera salida por las calles de Belfast escoltando una operación de la policía norirlandesa, la muy controvertida –por sectaria– RUC (Royal Ulster Constabulary), hoy disuelta.
El guion es magnífico y Demange (director inglés de origen francés) lo lee de una manera muy inteligente, empleando una fotografía, un montaje y un diseño de producción atinados y eficaces. Los actores están perfectos, y dan un papel muy importante a los variados acentos ingleses. El protagonista, Jack O’Connell (al que acabamos de ver en la mediocre Invencible), hace un trabajo modélico, en buena medida porque su personaje está formidablemente construido para interactuar con la guerra sucia del terror enconado.
Un espectador inteligente percibirá la dificultad del director (que debuta en el largometraje después de curtirse en series de televisión) para mantener el tono y preservar la credibilidad de su historia, tan manchada de vileza, injusticia, crueldad, odio y fanatismo. Hay espacio para la humanidad y la rectitud de conciencia, y eso es muy de agradecer.
El buen cine tiene la capacidad de compendiar la realidad. Y lo hace con las herramientas dramáticas de la ficción. Pedirle al cine que explique la Historia es poco realista. Sí se le puede pedir que la respete y no la tergiverse, ni la simplifique hasta distorsionarla groseramente.
La historia de ’71, es muy interesante porque, como thriller seco y sin florituras, nos va golpeando durante el visionado y nos impele a pensar a posteriori, cuando se la ha digerido y la colocamos en su dramático contexto.
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