El caso Dole vs. Hollywood ha puesto de manifiesto la necesidad de una reflexión ponderada -libre de prejuicios políticos- sobre las implicaciones éticas y sociales de la representación audiovisual de la violencia y el sexo. Se trata de una necesidad urgente, pues, a pesar del giro positivo que se detecta desde hace años en el cine, sobre todo en el norteamericano (ver servicio 73/95), sigue habiendo un buen número de películas que recurren todavía a la violencia irracional o a una visión animalizada de la sexualidad humana. A través de ellas, se hace llegar al gran público, también a los niños y a los jóvenes, un enfoque muy deformado del ser humano, que otorga estatuto de normalidad, y hasta de ejemplaridad, a actitudes muy equivocadas, cuando no aberrantes.