La decisión de una clínica, con apoyo judicial, de impedir tratar a una bebé en otro país y dejar que muriera pudiera empujar a otros padres en igual situación a dar pasos arriesgados.
El caso de las aplicaciones de IA que crean desnudos de personas reales hace temer que la intimidad personal y el derecho a la propia imagen dejen de estar en nuestras manos.
En EE.UU., Reino Unido y la UE se debaten propuestas para frenar el abuso contra menores en internet, un objetivo loable que intentan conjugar con el respeto a la privacidad.
Un estudio revela que el bienestar emocional y salud mental de la persona tienen mucho que ver con la edad en la que se obtuvo el primer teléfono móvil.
El peligro en la red para los menores está haciendo que se propongan medidas de protección estrictas, pero chocan con la privacidad y está en duda su eficacia.
A punto de aprobarse la “ley trans” en España, se multiplican las protestas y advertencias de sociedades científicas por las facilidades para la transición rápida en menores.
Un grupo de familias cuyos hijos se autodeclaran “trans” se unen para pedir al gobierno y a la sociedad prudencia ante la disforia de género en adolescentes.
Historias como las de Archie Battersbee, a quien el hospital retiró la ventilación artificial contra la voluntad de los padres, plantean cuestiones médicas, legales y éticas de calado.
El próximo cierre de la clínica británica de identidad de género viene precedido por un informe sobre sus procedimientos irregulares, y acompañado de una posible demanda judicial por daños.