En la actual crisis económica española parece que sobran jóvenes. Pero las proyecciones demográficas indican otra cosa: la escasez de población joven y productiva va a comprometer el dinamismo económico del país y su capacidad de mantener a los sectores de edad avanzada.
En el libro El suicidio demográfico de España (Homo Legens, 2011), Alejandro Macarrón Larumbe hace un análisis de las perspectivas demográficas de España, da una explicación de la baja natalidad y hace unas propuestas para corregirla. En la introducción muestra también algunas tendencias sobre la aportación de los inmigrantes a la natalidad, de la que reproducimos algunos párrafos.
Que el mundo llegue a 7.000 millones de habitantes no es para asustarse. Lo importante no es el número absoluto, sino la tendencia y la distribución del crecimiento demográfico.
La población de España decrecería un 1,2% en los próximos diez años. En Italia se publica un "informe-propuesta" sobre cómo hacer frente al descenso de la natalidad.
El matrimonio y la fertilidad tienen una influencia decisiva para sostener el crecimiento económico a largo plazo, según una investigación internacional reflejada en el informe "The sustainable demographic dividend".
Un estudio revela las grandes diferencias entre el norte de Europa, donde aumenta el número de hijos por mujer, y el sur, estancado en bajos niveles de fecundidad.
Las últimas predicciones de la ONU estiman que la población mundial crecerá de casi 7.000 millones a 10.100 millones hasta final de siglo. Algunos lo consideran inverosímil.
Los datos de los últimos censos de China y la India, publicados recientemente, confirman el desequilibrio de sexos, con las repercusiones que esto tendrá para el matrimonio de los hombres.
En China se avecinan fuertes desequilibrios demográficos: de edades, por un rápido envejecimiento, y de sexos, al haber más hombres que mujeres jóvenes.
Los datos del censo 2010 de Estados Unidos muestran una población en crecimiento, cada vez más diversificada étnicamente y con una juventud en la que predominan las minorías.
Desciende el número de matrimonios y crece el éxito de la fórmula del Pacto Civil de Solidaridad (PACS), mientras el aumento de rupturas hace que más adultos no vivan en pareja.
La población mundial alcanzará 7.000 millones en 2011, según cálculos del Population Reference Bureau. Pero este crecimiento general esconde una gran diferencia entre los países en desarrollo y los países desarrollados. En estos, el problema es una natalidad muy baja y un envejecimiento que exige reformar el Estado del bienestar y recibir inmigrantes.