En los ambientes intelectuales, que deberían hacer gala de la mayor independencia de juicio, el debate sobre el reconocimiento del matrimonio para personas homosexuales se distingue por el conformismo.
En el discurso inaugural de su segundo mandato, el presidente Obama dijo que admitir el matrimonio homosexual es una exigencia moral, en virtud del amor al prójimo.
Intelectuales franceses y británicos advierten que con la legalización de las bodas gays el Estado se arroga la competencia de redefinir el matrimonio.
En la consulta sobre el matrimonio gay convocada por el gobierno británico han participado menos de la mitad de los que han firmado en contra de esta iniciativa.
Mejor organizados, con abundante dinero y nuevas tácticas, los activistas gays han logrado por primera vez sacar adelante el matrimonio homosexual por votación popular en tres estados.
Mientras la sentencia hace “una interpretación evolutiva” de la norma constitucional, los magistrados discrepantes mantienen que se ha desfigurado el matrimonio para inventar un nuevo derecho sin cambiar la Constitución.
En la sentencia del “matrimonio gay”, los magistrados tenían que dictaminar qué establece la Constitución, y en cambio han invocado lo que piensa la gente. En realidad solo han dicho lo que piensan ellos.
La experiencia de Canadá revela que la legalización del matrimonio homosexual puede afectar a las libertades de los que se oponen, advierte Bradley Miller.
El gobernador de California ha firmado una ley que prohíbe que un psicoterapeuta trate a un menor de 18 años para ayudarle a cambiar su orientación sexual. Algunos especialistas ven aquí una intromisión en un asunto clínico.
Reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo es una cuestión grave que tendría importantes consecuencias en el Derecho de familia, dicen los obispos católicos franceses en una nota.
¿Da lo mismo ser criado por padre y madre que por una pareja del mismo sexo? Un hombre que fue criado por una pareja de lesbianas cuenta su experiencia.