¿Pueden las redes sociales controlar los contenidos y evitar los males sociales que provocan? Algunos estudios recientes invitan a pensar que con el actual modelo de negocio, no.
Pinterest prohíbe cualquier publicidad que incite a perder peso debido al reciente aumento en trastornos de la conducta alimentaria, y se convierte así en la primera red social en hacerlo.
Pese a los motivos alegados por Ada Colau al abandonar Twitter, las otras redes no están menos polarizadas, pero son menos propicias al contraste de ideas.
La reciente suspensión de las cuentas del ya expresidente ha suscitado un debate sobre si los gigantes tecnológicos deberían tener el poder de definir los límites de la libertad de expresión.
Las demandas de autoridades norteamericanas que pretenden desmembrar la red social son las más ambiciosas hasta ahora contra las posiciones dominantes en los servicios digitales.
El auge de las redes y servicios digitales ha hecho surgir un nuevo modelo económico, el capitalismo de la vigilancia, que tiene una gran influencia en nuestras vidas.
El documental “El dilema de las redes”, en el que genios tecnológicos denuncian la manipulación que ejercen las plataformas, muestra en el fondo que no hay libertad si la verdad no importa.
La red social de microvídeos engancha a niños y jóvenes porque ofrece una comunidad de “amigos” caracterizada por la ligereza, el cambio constante y la posibilidad de volverse viral sin ser una “celebrity”.