El tirón de los “youtubers políticos”

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Si uno repasa las cuentas con más suscriptores en YouTube puede llevarse la impresión de que la plataforma no es territorio para la vida intelectual. Entre los canales más seguidos predominan los de youtubers dedicados a los videojuegos, el humor más bien grueso o los consejos de belleza. Sin embargo, en este inmenso océano también hay sitio para el análisis político y social. El fenómeno no es nuevo, pero en los últimos años este tipo de cuentas se han convertido en un referente, especialmente para el público joven.

Al igual que ocurre con redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram, YouTube se ha convertido en una importante plataforma de opinión y debate político. A priori, el servicio de vídeos online –propiedad de Google– resulta más adecuado para la confrontación de ideas que las redes sociales, ya que permite desarrollar un tema con mayor profundidad de lo que es posible hacer en unos pocos caracteres, o enfrentar distintos puntos de vista, ya sea en una entrevista o un coloquio. Por otra parte, frente a los medios tradicionales, YouTube ofrece una mayor personalización, tanto por el lado de los comunicadores, que se presentan con sus nombres propios y no como simples representantes de una marca periodística, como por el de los consumidores, más segmentados y con una mayor posibilidad de interacción a través de los comentarios o el chat de algunos canales.

No es de extrañar, por ello, que la “batalla cultural” haya encontrado en YouTube un terreno muy fértil. Aunque también los líderes políticos se han lanzado a la promoción de sus causas en esta plataforma, los verdaderos protagonistas de esta nueva confrontación son los vloggers (de video-blogueros). Algunos de ellos cuentan con millones de suscriptores en sus canales, más que muchos de los principales medios de comunicación tradicionales, pese a invertir mucho menos.

La persona es el mensaje

Una característica de estos canales es la hiperpersonalización. La creación del “personaje” es tan importante como el contenido, lo que fomenta el fenómeno fan: me suscribo a tal o cual cuenta porque me gusta el o la youtuber que hay detrás; o más bien delante, porque su cara, habitualmente en primer plano, acapara la pantalla durante la gran mayoría del tiempo. El tono desenfadado (con frecuencia incluso vulgar), el recurso al humor, el montaje deliberadamente amateur, son expresiones de esa autenticidad que se busca, y que seduce al espectador.

Aunque en España el fenómeno de los vloggers políticos ha despegado en los últimos años, en el ámbito anglosajón lleva desarrollándose más tiempo. En ambos casos, el auge se debe en gran medida al recrudecimiento de la “guerra cultural” entre, por un lado, una nueva derecha que se considera víctima de la corrección política y la llamada “cultura de la cancelación”, y que pretende dejar atrás sus supuestos complejos, y, por otro, una izquierda hipermovilizada ante lo que entiende como una amenaza a algunos derechos fundamentales, sobre todo en el campo de lo “identitario”: la raza y la orientación sexual.

En Estados Unidos, algunas de las voces más reconocidas de lo que podríamos llamar derecha son Steven Crowder (5,3 millones de suscriptores), Ben Shapiro (algo más de 3 millones), Jordan Peterson (3,5 millones), Mark Dice (1,7 millones) o Dave Rubin (1,5 millones). A ellos habría que añadir a Paul Joseph Watson (cerca de 2 millones) y Milos Yiannopoulos (800.000), que, aunque son ingleses, tratan temas típicamente estadounidenses en muchos de sus vídeos. En la izquierda destacan cuentas como la de Natalie Wynn (conocida como Contrapoints en YouTube), David Pakman, Brian Tyler Cohen, Lindsay Ellis, Amazing Atheist, Secular Talk o Philosophy Tube, todas cercanas al millón de suscriptores.

El tono desenfadado y la hiperpersonalización del mensaje atraen a un público que busca autenticidad

Mención aparte merecen Rusell Brand, cómico, actor y activista británico que cuenta con más de 3 millones de suscriptores; The Young Turks (5,1 millones) y, por encima de todos, Trevor Noah (algo más de 9 millones), conocido sobre todo por presentar durante años un noticiero paródico en la cadena de televisión Comedy Central, y que desde hace un tiempo, por la pandemia, graba sus vídeos desde casa.

Diferentes estilos, temas y tonos

Aunque todos ellos son muy populares en YouTube y tratan temas con contenido político o social en sus vídeos, sería un error meterlos en el mismo saco. Por un lado, cabría diferenciar los que son “principalmente” youtubers –es decir, los que han alcanzado notoriedad sobre todo por su participación en esta plataforma, como Steven Crowder, Paul Joseph Watson, ContraPoints o The Young Turks– de otros que simplemente han trasladado a YouTube un activismo que comenzaron a desarrollar en otros cauces, como Shapiro (comentarista político en televisión) o Noah (cómico televisivo).

Por otro lado, el formato de los vídeos difiere mucho según el canal. Unos ofrecen sobre todo conversaciones con distintos invitados, como el de Peterson, mientras que en otros el youtuber es el único e indiscutible protagonista; en algunos no hay propiamente uno o varios youtubers, sino un amplio grupo de colaboradores e invitados: es el caso de PragerU (casi 3 millones de suscriptores). A veces, el vlogger habla desde su habitación; otras, en cambio, encontramos un aspecto muy profesional, con auténticos estudios de grabación como el de Crowder o The Young Turks, o un gran trabajo de vestuario e iluminación, como en la cuenta de ContraPoints.

También hay diferencias en cuanto al alcance de los temas tratados, y el tono utilizado. Es frecuente que, junto a asuntos estrictamente ideológicos, se aborden otros que no lo son. Así, mezclados con vídeos sobre las teorías de género –uno de los temas más recurrentes–, podemos encontrar crítica cinematográfica en el canal de Ellis, una mordaz parodia social en el de ContraPoints, o cuestiones antropológicas en los de Brand y Peterson. Por otro lado, frente al tono serio, o como mucho irónico, de The Young Turks, Tyler Cohen, Pakman o Shapiro (muchos de cuyos vídeos tienen un aire periodístico, y se ofrecen también como podcasts), hay otras cuentas donde se respira un clima más relajado, o incluso disparatado, como en las de ContraPoints, Amazing Atheist, de entre los youtubers de izquierda, o Yiannopoulus en la derecha.

Por último, también cabría separar estos canales según el nivel intelectual con que se tratan los temas, un baremo que frecuentemente guarda una relación inversamente proporcional con el grado de implicación en la batalla política diaria: no es fácil encontrar reflexiones profundas entre el “barro” de una confrontación republicanos vs demócratas muy polarizada. Shapiro y Noah pueden ser grandes “discutidores” o parodiadores, pero la demasiada cercanía a la actualidad les impide abordar los distintos temas con algo más de perspectiva y de apertura de mente, como sí hacen Peterson o Brand.

¿Y en España?

Al igual que en otros países, los youtubers españoles de contenido político o social están lejos de ocupar los primeros puestos en el ranking de más seguidores, copados por cuentas dedicadas al entretenimiento más bien banal –y casi siempre virtual– como la de El Rubius (40 millones de suscriptores), Vegetta777 (32 millones) o Auronplay (28 millones). Sin embargo, en los últimos años algunos vloggers han alcanzado una audiencia nada despreciable considerando el tipo de contenido.

Quizás el rostro más conocido es el de Roma Gallardo (1,5 millones de suscriptores), famoso sobre todo por sus vídeos contra la nueva ola de feminismo, que considera poco racional e intolerante. Jordi Wild (nombre artístico de Jordi Carrillo) acumula aún más suscriptores, pero en su cuenta The Wild Project –un podcast semanal– el contenido político es un ingrediente más, y no de los más frecuentes, en un cóctel donde también hay ciencia, deportes, música y celebrities. En el ámbito hispanoamericano, cabe mencionar a Agustín Laje y Dannan, ambos argentinos, que cuentan con un número de seguidores cercano al millón.

Los siguientes vloggers españoles cuyos vídeos incluyen al menos una parte significativa de contenido político están lejos del número de suscriptores de Roma Gallardo. Wall Street Wolverine tiene algo más de 400.000; Joan Planas no da los datos de seguidores, pero sus vídeos acumulan 32 millones de visualizaciones (los de Roma, 131 millones); UTBH, siglas de Un Tío Blanco Hetero, llega a 350.000 suscriptores, y sus vídeos superan los 56 millones de reproducciones. Otros nombres conocidos son los de InfoVlogger, Libertad y lo que surja, Una Alienada, Juan Ramón Rallo, Rubén Gisbert o Jano García.

Las distinciones sobre el tono, el formato y el nivel intelectual hechas para los youtubers de ámbito anglosajón se pueden aplicar también a los españoles. Por ejemplo, mientras Roma, Libertad y lo que surja, UTBH o InfoVlogger pueden ser catalogados como “guerreros culturales” –espíritu combativo, tono coloquial y recurso frecuente a la parodia–, en los vídeos de Rallo o Jano García, ambos economistas reconvertidos en youtubers, se aprecia un mayor poso intelectual y académico, lo que no impide reconocer claramente su ideología.

La cuenta Estado de Alarma Oficial, con algo más de 300.000 suscriptores y 90 millones de visualizaciones, es un caso especial. Al igual que en PragerU, no hay un youtuber que ponga cara al canal, fundado hace apenas un año por el periodista Javier Negre. En este caso, la mayoría de los vídeos son montajes hechos con cortes de intervenciones parlamentarias, mítines o declaraciones de políticos, aunque también hay algunas entrevistas.

Desequilibrio ideológico

De los youtubers españoles e hispanoamericanos citados, todos se muestran claramente contrarios a una o varias causas abanderadas por la izquierda contemporánea. ¿Son entonces de derechas? Depende de lo que se entienda por ello: algunos sostienen posturas de tipo liberal o incluso libertario en el ámbito económico, otros se centran en la crítica de lo que consideran un feminismo radical, pero al mismo tiempo suscriben claramente los postulados de la revolución sexual.

Quizás, lo que más los une es la sensación de rebeldía ante lo políticamente correcto. Desde la izquierda se les ha descrito frecuentemente como “derecha alternativa”, en alusión a la alt-right norteamericana, y efectivamente algunos comparten con ella la denuncia de la llamada “cultura de la cancelación”. En cuanto a su adscripción política, en algunos aspectos comulgan con Vox; en otros, más bien con el PP o Ciudadanos.

En España, los youtubers “de derechas” tienen mayor audiencia, quizás por su tono “anti-establishment”

En cualquier caso, se han convertido en un importante núcleo de resistencia contra algunas de las principales batallas de la izquierda, algo que inquieta entre estas filas. Recientemente, El País hacía un repaso de la situación en un reportaje titulado “PP y Vox compiten por el voto joven en YouTube”, centrado en la figura de Isaac Parejo, alias InfoVlogger. Precisamente fue él quien impulsó el videoclip “Fachas héroes”, en el que participaban otros de los youtubers mencionados: “Todo el facherio [sic] de YouTube unido en el crossover más épico de la historia para luchar contra la progresía en una arriesgada misión espacial para salvar el mundo, ¡no te lo pierdas!”, era la descripción. Basta verlo para reconocer el tono burlón y sobre todo el hartazgo frente a lo políticamente correcto que caracteriza estas cuentas; por ejemplo, InfoVlogger, gay, ironiza en la canción sobre la necesidad de recibir el nihil obstat de COGAM, la asociación que dice representar al colectivo LGTB en España, para poder ser un “buen homosexual” y asistir a las celebraciones del Orgullo.

Cabe preguntarse: ¿Y no hay youtubers de izquierdas? Lo cierto es que son menos, y tienen menos suscriptores. Quizás podría mencionarse a Elsa Ruiz (35.000 suscriptores y centrada en el tema trans) o Roberto Vaquero, secretario general del Partido Marxista-Leninista (su cuenta se llama Formación Obrera, y cuenta con unos 20.000 seguidores). Quetzal, con 200.000 suscriptores, es un canal en el que el contenido político –de izquierdas, aunque alejado de algunos postulados actuales de estos partidos– se mezcla con otros vídeos sobre videojuegos, filosofía o cine.

Otra cuenta de contenido político, pero alejada de la mera confrontación partidista, es VisualPolitik, creada originariamente en España aunque ya cuenta con una versión en inglés y otra en alemán. La española, que acumula más de dos millones de suscriptores, ofrece un análisis más contextualizado –y sosegado– de distintos debates: “Si alguien esperaba algo estilo Paco Marhuenda discutiendo con Juan Carlos Monedero, sentimos decepcionaros”, señalan en la descripción del canal sus jóvenes creadores. “Nos interesa ENTENDER lo que ocurre en el Mundo ¿Por qué hay pobreza? ¿Cómo funciona el mercado del petróleo? o ¿De verdad el Club Bilderberg controla a su antojo el planeta? Todo esto TAMBIÉN es política”.

Derechización: no solo cuestión de algoritmos

Algunos medios, como The New York Times o The Guardian, han apuntado a la responsabilidad del propio YouTube en la amplificación de las voces de la derecha alternativa con respecto a las de izquierda, y en la polarización y radicalización de los debates políticos en la plataforma (y, por contagio, fuera de ella).

Con motivo de los últimos acontecimientos políticos en Estados Unidos la propia compañía decidió estudiar sus algoritmos. El informe posterior señala que, en general, no puede decirse que la plataforma polarice por sí misma o silencie una ideología para dar pábulo a otra; no obstante, sí reconoce que a las personas con un perfil de búsquedas más cercano a posturas progresistas, el buscador habitualmente les sugiere canales de medios de información tradicionales, mientras que a las de perfil conservador les manda con mayor frecuencia a cuentas nacidas en YouTube, en las que los contenidos suelen estar más marcados ideológicamente y el tono de los comentarios es más tóxico.

No obstante, parte del éxito de la alt-right en esta plataforma se debe a la decisión de un sector de la izquierda de convertir los asuntos identitarios en su principal bandera, algo que por ejemplo critica duramente Roberto Vaquero desde su cuenta Formación Obrera. Por otra parte, en el debate sobre racismo o ideología de género se ha creado una suerte de dogma, que con frecuencia considera ofensivas las posiciones divergentes. Así pues, a los opositores se les brinda en bandeja el papel de héroes de la libertad y el pensamiento crítico.

En este choque dialéctico, la profundidad, el matiz y la capacidad de diálogo muchas veces se pierden por el camino. De todas las cuentas mencionadas, tanto en el ámbito anglosajón como en España, son pocas las que ofrecen un análisis concienzudo de la realidad y una verdadera confrontación de ideas, con espíritu abierto y constructivo. Teniendo en cuenta el tirón que tienen estos youtubers entre los jóvenes, sería deseable que esto cambiara. No obstante, hay que reconocer que a través de estos canales se pueden escuchar voces y enfoques diferentes a los de los medios tradicionales; a veces más gruesos, pero en ocasiones también más sinceros.

 

Lo espiritual también cabe en YouTube

Incluso la antropología y la espiritualidad tienen su hueco en YouTube. Ejemplos de ello, en el ámbito anglosajón, son las cuentas de Jordan Peterson y de Rusell Brand. Aunque con importantes diferencias en algunas opciones políticas, ambos se han caracterizado en los últimos años por atreverse a reflexionar sobre la vida virtuosa o la inclinación a la trascendencia del ser humano, con una visión esencialmente positiva, aunque no confesional, de la religiosidad.

Sí hay un acercamiento confesional, en cambio, en el canal de Robert Barron (Word on Fire). Barron se dio a conocer como apologeta televisivo antes de ser ordenado obispo (actualmente en Los Angeles). Con un tono positivo y dialogante, ha aparecido en numerosos programas, en ocasiones debatiendo con pensadores ateos o agnósticos. Desde 2007, su canal en YouTube ha acumulado más de 400.000 seguidores.

Le supera smdani, un sacerdote español que cuenta con más de un millón de suscriptores, y que se ha convertido en un youtuber muy popular. En sus vídeos se habla mucho de música –particularmente de rap–, pero también se abordan cuestiones relacionadas con la fe cristiana, la vida de Jesucristo o la moral católica.

Smdani no esquiva las cuestiones más controvertidas: abusos a menores por parte de sacerdotes, celibato, homosexualidad, riquezas de la Iglesia, etc. Por su cercanía y su falta de complejos, se ha ganado el respeto de algunas de las grandes estrellas de YouTube en España. Sus entrevistas con Ibai Llanos, Roma Gallardo o AuronPlay, entre otros, demuestran que, también en la cuestión religiosa, el mundo youtuber es más diverso que los medios tradicionales.

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