Aparte de unas nuevas directrices para las redes sociales, se ha presentado un mecanismo de verificación de edad compatible con la privacidad de los usuarios.
Pasar demasiado tiempo en internet puede acabar desdibujando la frontera entre lo real y lo virtual. Se pierde la complejidad del mundo, de las otras personas y de uno mismo.
Para este conocido crítico cultural norteamericano, el Internet actual funciona como un embudo, que selecciona lo que vemos y oímos, y que homogeneiza y aplana la producción cultural.
Elon Musk se ha propuesto mejorar la vida del ser humano, y esta obsesión le hace ser a veces tan excesivo y temerario, según se ve en una reciente biografía.
El peligro en la red para los menores está haciendo que se propongan medidas de protección estrictas, pero chocan con la privacidad y está en duda su eficacia.
Un experto en estas dos tecnologías considera que la primera será la predominante en el metaverso, porque produce una forma de captar el mundo menos artificial.
El “Internet 3.0” será, según sus teóricos, un mundo virtual donde nos sumergiremos y en el que desarrollaremos una parte cada vez mayor de nuestras vidas.
Ante el aumento de ataques informáticos como el ejecutado contra una energética de EE.UU., conviene respetar unas normas de seguridad y estar al tanto: cualquiera puede ser el próximo.
En la regulación del ciberespacio se extiende la tendencia a afirmar una “soberanía nacional” sobre lo que al principio se concebía como una red mundial y no gubernamental.
De las iniciativas para llevar Internet a zonas sin conexión, unas han quedado por el camino y otras continúan, pero los países pobres, como los africanos, no son una prioridad.
El auge de las redes y servicios digitales ha hecho surgir un nuevo modelo económico, el capitalismo de la vigilancia, que tiene una gran influencia en nuestras vidas.