“¡Aparta, que me haces sombra!”. La conocida respuesta del cínico Diógenes a Alejandro Magno, que le ofrecía satisfacer cualquiera de sus deseos, sirve a James Williams como síntesis para explicar su posición ante la omnipresencia de Internet en nuestras vidas. Después de una exitosa década como estratega de Google, Williams marchó a Oxford para doctorarse en filosofía. ¿Por qué ese cambio tan radical? Su trabajo tenía un efecto no deseado: se descubrió víctima de una distracción profunda que no le
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