Los derechos de los trabajadores del hogar, tradicionalmente ignorados en buena parte del mundo, cuentan con el respaldo de un convenio de la OIT que no pocos países se saltan.
El gobierno socialista francés proyecta, con la oposición de los sindicatos y de un sector de su mismo partido, una reforma laboral con la que pretende fomentar los contratos fijos para los más afectados por el paro: jóvenes y trabajadores menos cualificados.
La proporción de asalariados con contrato temporal no es por sí sola un indicador fiable de la salud del mercado laboral: puede subir cuando la economía crece y el paro baja.
En el tema de las malas condiciones laborales, las factorías textiles del sudeste asiático son el ejemplo vivo de cómo muchos actores miran hacia otro lado. Una iniciativa del World Economic Forum intenta cambiar esto.
Las cifras muestran que el número de empleados públicos no es tan excesivo como a veces se cree, aunque el Estado de las autonomías engordó la Administración.
El modelo laboral de Dinamarca, conocido como “flexiguridad”, se ha hecho famoso por combinar la flexibilidad en las relaciones laborales con la protección social y las políticas activas de empleo para los parados.
El agresivo ambiente de trabajo de Amazon, descrito por “The New York Times”, ha creado polémica. Pero el gigante tecnológico no es el único que aprieta a sus empleados para que rindan más.
Durante mucho tiempo se ha creído que la tecnología destruye puestos de trabajo pero crea más empleos nuevos. Hay quien piensa que esto puede estar cambiando.
La recuperación económica y el encarecimiento de las tasas están llevando a muchos a preguntarse si merece la pena estudiar una carrera para encontrar empleo.
El alto porcentaje de jóvenes que ni estudian ni trabajan se debe no solo a la atonía del mercado laboral, sino también a la poca preparación de muchos de ellos.