Lazy girl job: la tendencia que habla de la relación de la Generación Z con el trabajo

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DURACIÓN LECTURA: 9min.

Que las niñas ya no quieren ser princesas lo cantó Sabina hace unos años. Pero que tampoco quieren ser jefazas nos lo está diciendo TikTok ahora. El hashtag Lazy Girl Job, que se traduce al español como “trabajo para chicas vagas”, ha acumulado más de 40 millones de visualizaciones en esta red. Los autores de los contenidos son jóvenes, en su mayoría mujeres. Lo que piden es simple: trabajo flexible, que no requiera demasiado esfuerzo, con remuneración adecuada y que permita un equilibrio saludable entre vida personal y laboral. Y, por supuesto, no ser visto como un mal profesional por aspirar a esto.

El hashtag se ha hecho viral gracias al impulso de Gabrielle Judgy, una influencer popular por sus consejos para jóvenes profesionales. ¿Qué les recomienda? En resumidas cuentas, que no se dejen atrapar por una cultura corporativa absorbente que monopoliza todo. Frente a esta amenaza, los “trabajos para chicas vagas” serían aquellos que te permiten vivir la vida que quieres.

¿Qué hay de malo en esto? De entrada, nada en especial. Pero esta tendencia viral en las redes sociales encierra muchas claves de cómo entiende la generación Z el trabajo, y la gran brecha que existe en ese sentido con las generaciones anteriores.

Lo clásico de los jóvenes es sentirse incomprendidos por quienes les precedieron, pero quizá “los Z” sean los que más hayan sufrido este cliché. Allí donde ellos ven reivindicaciones justas, sus mayores solo ven pataletas propias de una generación frágil.

En este caso, no es diferente. Y cabe preguntarse: ¿Están las “chicas vagas” de TikTok pidiendo unas condiciones que deberían ser justas para todos? ¿O es esto simplemente un ejemplo más de la alergia al esfuerzo que se les achaca a los más jóvenes?

No es pereza, son ganas de ser útiles (y tener vida personal)

La pregunta es si esta tendencia, al igual que el quiet quitting, nos habla de una reivindicación sensata o de la cultura antiesfuerzo y antitrabajo de la generación Z.

A las “chicas vagas” no les suele faltar cultura del esfuerzo; demandan, con más o menos realismo, empleos que aporten sentido a su vida

Lo cierto es que, por mucho que se asegure que los jóvenes de ahora no quieren trabajar, lo que ellos mismos dicen sugiere lo contrario: según la encuesta 2023 Millennial and Gen Z , de la empresa Deloitte, el trabajo es fundamental para el sentido de identidad de los empleados jóvenes. Lo que sucede es que ellos parecen valorar más los aspectos cualitativos –y emocionales– del empleo (flexibilidad, sensación de realización personal, conciliación), que los meramente cuantitativos (productividad, salario, número de horas trabajadas).

Esto es también una respuesta contra la cultura de “calentar la silla” y la burocratización de los trabajos, que fomenta la desmotivación y genera la sensación de estar realizando un trabajo inútil.

Y no se puede olvidar que “los Z” son la generación del side hustle. Un término inglés que hace referencia a la actividad profesional secundaria que los jóvenes realizan además de su trabajo normal, y que está más relacionada con sus aficiones. Es decir, el pluriempleo de toda la vida, pero aprovechando las oportunidades que ofrece internet de monetizar las pasiones personales. Ante la desmotivación en su trabajo profesional y debido a la incertidumbre económica, los jóvenes se lanzan a vender productos en Wallapop, revender ropa de segunda mano, montar pequeños negocios en Etsy y, sobre todo, a crear contenido en las redes sociales.

Parece, por tanto, que a quienes apuestan por esto no les falta cultura del esfuerzo, sino todo lo contrario. Además, los supuestos trabajos que se recomiendan como apropiados para “chicas vagas” están en departamentos de marketing o de relaciones públicas. Es decir, no son los más fáciles. Y, desde luego, no están al alcance de cualquiera, ya que suelen requerir, como mínimo, un grado universitario.

La encuesta de Deloitte también revela que el equilibrio entre la vida laboral y personal es una prioridad para los trabajadores más jóvenes al buscar un empleador, lo que coincide con su creciente interés por las jornadas parciales y las semanas laborales más cortas.

Se puede decir, por eso, que lo que estas “chicas vagas” están defendiendo también es el derecho a disfrutar de tiempo libre. La mala noticia es que no está del todo claro que plantearse la vida profesional en función de un hashtag vaya a ser la respuesta a esos problemas.

Un poco de marketingy un poco de realidad 

Lo de llevar por bandera la pereza en el trabajo puede que no quede bien en el currículum, pero es una campaña de marketing fácilmente viralizable en el mundo de los algoritmos.

La influencer Gabrielle Judgy tiene un motivo para defender este hashtag.  Ella apostó por la misma idea que pregona y no le fue nada mal: ahora es la coach virtual de más de 150.000 seguidores solamente en TikTok, a quienes les ofrece publicaciones con consejos sobre la vida laboral y links a cursos de pago.

Según ella misma ha declarado, sus ingresos mensuales se encuentran en el rango de los 15.000 a 30.000 dólares al mes gracias a los acuerdos de publicidad con marcas y a los productos digitales que ofrece. Entre ellos está el programa de empleo Lazy Girl, un servicio que utiliza ChatGPT para buscar posibilidades laborales adaptadas a las necesidades del usuario.

Es decir, que cuando vemos los vídeos de todas las chicas vagas en TikTok estamos viendo el éxito de una campaña de marketing perfectamente diseñada por una profesional de las redes sociales.

Pero su éxito se debe a que toca las teclas adecuadas en la relación de la Generación Z con el trabajo: una cultura que genera mayor burnout en las mujeres; unos ritmos vertiginosos que imposibilitan la conciliación; y, sobre todo, la ruptura de la promesa de prosperidad que había motivado a los millennials.

“La generación jefaza pensaba: ‘Si me adapto al sistema y juego a largo plazo, seré recompensado por ello’. La generación Z dice: ‘Si me apunto al sistema y juego a largo plazo, no hay garantías de que me recompensen por ello, así que no voy a actuar como tú’”, explica a CBS Suzy Welch, profesora en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York y asesora principal de empresas en Brunswick Group.

A “los Z” no les faltan razones para pensar así. La precariedad laboral ha hecho que los jóvenes se enfrenten a trabajos inestables y sueldos cada vez más bajos en un contexto económico complicado, que lastra sus posibilidades de adquirir una vivienda o formar una familia.

Con todo, aunque Gabrielle Judgy está apoyándose en unas necesidades reales, es sospechoso que el discurso venga de una influencer que necesita que compres ese mensaje para costear también sus facturas. Judgy dice que los “trabajos para chicas vagas” permiten a la gente “vivir sus vidas y ser humanos increíbles”, pero la realidad es que quiere que pagues su curso online.

La cara B de los trabajos para vagas 

Más allá de las intenciones de Judgy, la propuesta de las “chicas vagas” es, sobre el papel, bastante interesante: aduéñate de tu futuro profesional buscando un trabajo poco exigente que te permita concentrarte en la carrera que de verdad quieres realizar o en tu vida personal.

La realidad, como siempre, es más compleja.

Fomentar los empleos poco exigentes puede parecer la opción perfecta para pasar la jornada laboral en la playa, pero es contraproducente a largo plazo.

Los trabajos “para vagos” tienen una “cara B”. En primer lugar, aunque exigen menos tiempo de presencialidad, la dedicación requerida no siempre baja en la misma proporción. A esta hay que sumar la que demanda el side hustle. Con frecuencia, la cantidad total de energía dedicada al trabajo es mayor que en un empleo “normal”.

Las mujeres son las que más suelen perder en esta ecuación, porque ya de por sí experimentan más burnout y cargan más con el peso de la conciliación. El cóctel puede ser explosivo.

Además, si las mujeres dejan de estar presentes en el lugar de trabajo, se pierden oportunidades de obtener feedback y de establecer contactos que puedan mejorar y promocionar su carrera profesional.

Estos empleos “vagos” también son más vulnerables a los despidos. Un trabajo que se puede hacer en pocas horas, desde casa y sin mucha supervisión, es probable que también sea el primero que desaparezca si la empresa pasa por una mala racha, explica Meghan McArdle en su artículo de opinión para el Wall Street Journal. 

Por otro lado, quienes reivindican los lazy girl jobs con frecuencia olvidan que, aunque hay que trabajar para vivir y no vivir para trabajar, el desarrollo personal del ser humano está íntimamente ligado con el empleo, porque es normalmente a través de él como la persona realiza su aportación a la sociedad. Por tanto, la manera en que alguien percibe la importancia de su trabajo afecta a la concepción de su propia dignidad.

Así lo señalan varios expertos. En su libro Bullshit Jobs, el antropólogo y anarquista estadounidense David Graeber señala que, “aunque a primera vista puede ser atractivo pensar en hacer muy poco y cobrar por ello, los individuos que sienten que sus trabajos son poco eficaces tienen una incidencia mucho mayor de depresión y ansiedad”.

Graeber lo explica: “Los seres humanos pueden o no estar hechos para una disciplina laboral regular de nueve a cinco –me parece que hay pruebas considerables de que no lo están–, pero incluso los criminales empedernidos suelen encontrar aún peor la perspectiva de quedarse sentados sin hacer nada. No se trata solo de un ataque a la autoestima de la persona, sino también de un ataque directo a los propios cimientos de la sensación de ser uno mismo. Un ser humano incapaz de tener un impacto significativo en el mundo deja de existir”.

Vamos, que la Generación Z no va a ganar en salud mental por esta vía.

Es cierto que se necesita un cambio de paradigma en relación con el trabajo, y que “los Z” parecen especialmente conscientes de ello (por eso se lo están poniendo difícil al mundo corporativo). Pero puede ser que la tendencia #LazyGirlJob no represente cabalmente la transformación que se está buscando. Aunque quién sabe, quizá contribuya a dar algunos pasos en la dirección adecuada.

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