Debbie, hermana de Danny Ocean –el George Clooney de la primera entrega–, acaba de salir de la cárcel y decide cometer el robo del siglo, y de paso llevarse por delante a quien la llevó a prisión. Aspira a colarse en la famosa gala Met anual que se celebra en Nueva York y robar un collar de Cartier valorado en unos cuantos millones de dólares. Para ello tendrá que reclutar un importante equipo de profesionales del delito.

Película de fórmula bien llevada. Un robo perfecto, giros sorprendentes de las tramas y un reparto que incluye tres o cuatro estrellas hollywoodienses de primera división. El guion y la dirección se han dejado en esta ocasión en manos de un cineasta avalado por sus éxitos. Gary Ross es el responsable de los libretos de películas como Los hombres libres de Jones, Los Juegos del Hambre, El valiente Despereaux o Seabiscuit, por ejemplo, algunas dirigidas por él mismo. Para el reparto han contado con Sandra Bullock, Anne Hathaway, Cate Blanchett y Helena Bonham Carter, que prácticamente solo basta con que “estén”, para que la cosa funcione.

El guion –coescrito por la debutante Olivia Milch– sigue la fórmula clásica de preparativos y ensayos del robo, seguidos de su ejecución –tan brillante como tensa– y una resolución que deja contentos a todos. Y al fondo, un ajuste de cuentas y una motivación vengadora. La gran novedad, obviamente, es el protagonismo total de los personajes femeninos, decisión que, a pesar de su evidente alineación con las batallas de moda, no adopta una posición especialmente reivindicativa o militante. Eso sí, hay mujeres de todas las razas, en un cansino ejercicio de corrección política. El resto es bastante intercambiable con las otras entregas, en cuanto al tono sofisticado, su falta de hondura y su vocación puramente de hacer pasar el rato.

Dicho esto, solo queda añadir que la película funciona como producto de entretenimiento, y avanza de forma engrasada y fluida, pero tampoco esperemos secuencias espectaculares o momentos memorables. En realidad, yo ya estoy empezando a olvidarla.

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