Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 8/14

Tras realizar un acto heroico en Afganistán, el joven teniente Jack Ryan se casa con Cathy, la fisioterapeuta que le ayudó a recuperarse de sus graves lesiones. Al poco, el capitán de la Marina William Harper recluta a Ryan como analista financiero de la CIA. Comienza así a trabajar en una importante firma de Wall Street, donde pronto descubre extraños movimientos en las cuentas del turbio empresario ruso Víktor Cherevin.

Resulta entretenido este reinicio de las aventuras fílmicas del popular personaje literario Jack Ryan, creado en 1984 por el recientemente fallecido Tom Clancy , y al que ya interpretaron en la gran pantalla Alec Baldwin (La caza del Octubre Rojo), Harrison Ford (Juego de patriotas, Peligro inminente) y Ben Affleck (Pánico nuclear). El joven Chris Pine lo encarna correctamente, pero sin el carisma de sus predecesores ni la solidez de Kevin Costner o Keira Knightley, que sacan más partido dramático a sus personajes secundarios.

También cumple Kenneth Branagh tras la cámara y delante de ella, en la piel de un malvado bastante convencional, al que intenta –sin éxito– sacarle brillos shakesperianos. En cualquier caso, ni el guion a ocho manos aporta nada nuevo al género, ni las abundantes e inverosímiles secuencias de acción resultan memorables. Con lo que queda un pasable producto comercial para entretenerse sin sobresaltos.

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