Emily y Martin son una próspera pareja neoyorquina cuyo mundo se desmorona cuando Emily intenta suicidarse. Incapaz de superar su depresión, ella acepta seguir otra medicación, que le receta su nuevo psiquiatra, el Dr. Jonathan Banks, de acuerdo con la Dra. Victoria Siebel, la antigua psicóloga de Emily. Pero el fármaco comienza a tener inesperados efectos secundarios…

Tras la chapucera Indomable y la insufrible Magic Mike, el prolífico Steven Soderbergh (Erin Brockovich, Traffic, Ocean’s Eleven) recupera el pulso en Efectos secundarios, un thriller intenso y lleno de sorpresas. Aunque fuerza alguno de sus giros narrativos, el guion de Scott Z. Burns despliega la intriga con creciente progresión dramática, llevando al espectador de la denuncia de las malas praxis psiquiátricas y la corrupción de la industria farmacéutica a una turbia historia de venganza. Su tono es descarnado, hiperrealista y puntualmente violento, pero solo resulta desagradable en una secuencia lésbica muy morbosa.

Motivados por la calidad del guion, los excelentes actores confirman sus cualidades dotando de veracidad y hondura a unos personajes representativos de las diversas patologías morales que padecen hoy día hombres y mujeres dominados por la codicia y la falta de escrúpulos. Por su parte, Soderbergh logra una puesta en escena fluida y clara, mucho más naturalista que otras veces.

Efectos secundarios es una notable película de intriga, con ecos del cine de Hitchcock y del buen y clásico thriller.

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