La dura historia real del accidente nuclear de 1986, con su galería de dirigentes inmorales y héroes anónimos, equivale a una potente impugnación del comunismo.
El octavo episodio de la saga lleva el aliento de la trilogía original, con una certera realización y unas interpretaciones que destacan la hondura de los personajes.
Al contar un año en la vida de una familia normal, Mike Leigh (Secretos y mentiras) se revela como un poeta de lo cotidiano, que sabe pintar a la gente de la calle y mostrar sin estridencias sus virtudes y defectos.
La saga concluye con una buena película, claramente mejor que la anterior, en que los recursos técnicos y estéticos ya no sorprenden, pero la historia está contada con gran fuerza.
Continúan las aventuras de un Harry Potter crecido que se enfrenta al maligno Voldemort en una película de buen nivel, con menos acción y fantasía que las precedentes, pero con más tensión y dramatismo.
Amor, honor, traición y pasión en el Reino de Camelot. Cuando Lady Ginebra contrae matrimonio con el rey Arturo, lo hace movida por dos razones: el respeto y la admiración que siente por él y la necesidad de que proteja su reino, Leonesse. Pero el destino hace que se cruce en su camino el apuesto caballero Lanzarote, recién llegado a Camelot. Surge de inmediato el amor entre ellos, colocando a Ginebra en la tesitura de elegir entre el rey o Lanzarote.
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