En la tercera temporada, la serie sobre intrigas políticas protagonizada por Kevin Spacey continúa ahondando en el rebuscado cinismo que acaba haciéndola difícil de creer.
Una mujer desaparece, y las sospechas caen sobre el marido. Este electrizante “thriller” funciona a la perfección, pero contiene una visión desoladora del ser humano y de la sociedad.
Un grupo de ilusionistas son sospechosos de un robo; la policía los investiga con ayuda de otro mago. Mucho truco espectacular, mientras las historias humanas y el excelente reparto apenas se explotan.