Basada en los hechos que contó un periodista en el diario Los Angeles Times, esta película es deliberadamente realista y escapa de convenciones fáciles.
La película trata, con realismo y huyendo de lo enfático, de reconciliación y perdón en Sudáfrica, de superación de prejuicios, de inspiración y liderazgo, con la final de la copa del mundo de rugby de 1995 como hilo conductor.
Las virtudes de esta durísima película sobre una adolescente que sufre crueles vejaciones en un hogar degradado del Bronx neoyorquino se ven muy mermadas por un artificioso ejercicio de corrección política que agita la bandera de la ideología de género.
El director de Chicago lleva al cine el musical de Broadway inspirado en la película 8½ de Federico Fellini. Soberbias interpretaciones de Day-Lewis y Cotillard en un musical muy básico e innecesariamente cabaretero.
La película plantea un tema original e interesante a propósito de los “bebés medicamento”, pero el director lo desperdicia cargando la mano en los sentimientos y renunciando a la reflexión.
Esta valiosa tragicomedia del director de Juno y Gracias por fumar está muy por encima de la media y obliga a pensar sobre el mundo que estamos creando entre todos.
Haneke logra su mejor película (Palma de Oro en Cannes y triunfadora en los premios del Cine Europeo) y sigue siendo el mismo, abrumado (¿seducido?) por la culpa y sin querer buscar respuestas.
Una historia de degradación en un ambiente sórdido, que carga la mano en la violencia y elude lo que podría resultar más interesante: el tema de la culpa y la redención.