Para que los jóvenes comprendan que vale la pena comprometerse en el matrimonio, tienen que entender la sustancia de la unión matrimonial, que no se reduce a los ritos formales.
En América, casarse sigue siendo la manera más normal de fundar una familia entre personas con estudios universitarios y buenos ingresos, mientras que en los niveles socioeconómicos inferiores es más habitual eludir el compromiso matrimonial.
Una encuesta nacional muestra que la mayoría de los estadounidenses siguen teniendo interés en casarse y no consideran que el matrimonio esté superado.
El primer ministro británico ha afirmado que su gobierno promoverá el valor del compromiso y de las relaciones estables, pero sin decir que hay que apoyar el matrimonio por encima de la cohabitación.
Las protestas de los partidarios del respeto a la vida y de la integridad familiar contra determinadas leyes van acompañadas de soluciones alternativas y de una solidaridad práctica.
La obesidad se propaga de modo alarmante en los países ricos. Cocinar en casa y comer en familia se ven ahora como medios importantes para mantener el autocontrol alimentario.
En la reciente cumbre de Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio se ha lanzado una Estrategia Mundial para la Salud de las Mujeres y de los Niños, que se financiará con 40.000 millones de dólares prometidos por los países donantes. Carolyn Moynihan comenta en MercatorNet la ausencia de referencias al hombre y a la familia en estos planes.
El aborto no ayuda a cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio sobre la salud materna. La mejora de la atención durante el embarazo y el parto, sí.
El movimiento pro familia es consciente de que para fortalecer el matrimonio no basta con plantar cara a los debates controvertidos. Es preciso, además, construir en positivo y enseñar a vivir el matrimonio a los que desean casarse… y a los que ya lo están.