La saga concluye con una buena película, claramente mejor que la anterior, en que los recursos técnicos y estéticos ya no sorprenden, pero la historia está contada con gran fuerza.
Las películas en 3D han conseguido atraer de nuevo al cine a gente que había abandonado las salas. El negocio cinematográfico ve aquí su tabla de salvación y grandes directores declaran que el 3D será el nuevo estándar.
Una empleada extranjera de la mayor panadería de Jerusalén muere en un atentado y nadie la echa en falta. Una farsa de buen nivel, en ocasiones premiosa y reiterativa.
Para disfrutar de esta película hay que tener un sentido del humor que sintonice con Buñuel o los hermanos Marx. Si no, el film sólo producirá asombro y perplejidad.