Al igual que en el ámbito literario, en el cine actual también ha dejado huella esa visión desencantada de la madurez femenina, que identifica una vida sin emociones exaltantes con la frustración. El ejemplo reciente más claro sería la película Los puentes de Madison, de Clint Eastwood, basada en la mediocre novela de Robert James Waller. Su tratamiento cinematográfico tiene, sin duda, hábiles elementos conmovedores. Pero, despojada del ropaje romántico, queda una historia tramposa, que idealiza el adulterio de la mujer como salida legítima y enriquecedora a un matrimonio supuestamente sin alicientes. Este enfoque oculta deliberadamente las responsabilidades de la esposa en ese fracaso y acaba por justificar respecto a la mujer lo que siempre han condenado con ardor las feministas si lo realizaba un hombre. Por otra parte, ante la idealizada figura del maduro fotógrafo, habría que preguntarse por qué podría hacer feliz a esa mujer, si hasta entonces no ha tenido más que aventuras fugaces.
Director: Oliver Stone. Guión: Stephen J. Rivele, Christopher Wilkinson y Oliver Stone. Intérpretes: Anthony Hopkins, Joan Allen, Powers Boothe, Ed Harris. 191 min.
Toda una lección de buen cine, o lo que es lo mismo, de un despliegue de medios técnicos al servicio de una historia bien narrada, con personajes de entidad, diálogos de altura e inteligentes reflexiones de fondo.
Director y guionista: Hal Hartley. Intérpretes: Bill Sage, Paul Austin, Robert Burke (Nueva York). Dwight Ewell, Elina Löwenson, Boris Aljinovic (Berlín) y Miho Nikaidoh, Yuri Aso, Tomoko Fujita (Tokio). 85 min.