No se debe convertir un producto pensado para triunfar en Netflix en una herramienta educativa o sociológica. La realidad suele ser más compleja. En este caso, mucho más.
La llamada “crisis de la masculinidad”, derivada de factores económicos, sociales y familiares, se ceba especialmente con los hombres de clases más bajas.
Frente al estereotipo del “padre inútil”, se percibe una creciente –y necesaria– revalorización de la paternidad, tanto en la cultura como en la política y la iniciativa social.
El malestar masculino, documentado en los últimos años, lleva a muchos hombres a buscar apoyo en comunidades de internet que pueden convertir esa desesperación, rápidamente, en odio y violencia.
Los hombres se están quedando atrás en la escuela, el mundo laboral y la familia, y sus “fracasos” se retroalimentan. Un libro publicado en Estados Unidos ha conseguido generar sensación de alarma sobre el tema.
“La posibilidad de estar bien juntos se da cuando cada uno se acepta y descubre lo que puede aportar al otro”, dice la psicoterapeuta Mariolina Ceriotti Migliarese.
“Defending Boyhood”, de Anthony Esolen, es un revelador recordatorio de que los niños son diferentes de las niñas y requieren de una educación que no olvide esas peculiaridades.
En pleno debate sobre la crisis de masculinidad, Mariolina Ceriotti Migliarese reflexiona sobre la aportación específica que los varones pueden hacer a la sociedad. Ofrecemos un extracto de su libro “Masculino. Fuerza, eros, ternura”.
La Asociación Psicológica Americana recibe críticas por equiparar con el sexismo los rasgos típicos de la virilidad y definirlos como meras creaciones sociales sin base biológica.
Últimamente se han publicado en EE.UU. algunos libros de mujeres que se lamentan de la situación de los hombres. Si antes se quejaban de la dominación, ahora de la falta de carácter. Pero el nuevo hombre también se implica más en casa.