En el ya lejano 2003, hace la friolera de 14 años, Jerry Bruckeimer y Disney dieron con una especie de piedra filosofal cinematográfica. Transformaron una popular atracción de Disneylandia en película y, de paso, desenterraron el difunto cine de piratas. Es cierto que para resucitar al muerto necesitaron el talento de Gore Verbinski, que con una fórmula de manual –aventuras, amor y humor y un puñado de personajes bien dibujados– convirtió a Piratas del Caribe. La maldición de la Perla Negra en el capítulo primero de una ultrataquillera saga.

El que se presenta ahora es el quinto episodio y ha tardado más de seis años en estrenarse, quizás porque la propia Disney era consciente de los síntomas de claro agotamiento de la serie. Para paliar este cansancio, los productores de Piratas del Caribe han puesto años por medio –que es una sabia fórmula, especialmente en este cine familiar que a veces solo necesita un recambio generacional para volver a atraer– y han añadido algunos elementos para revitalizar un poco –solo un poco, no hay que exagerar– la saga.

La venganza de Salazar tiene, por una parte, nuevos personajes. Como en el caso de Star Wars, para acercarse al público joven, entran en escena los hijos de los protagonistas que pueden seguir alargando la serie hasta el infinito. Hay también un nuevo malvado, Salazar, con la cara y ferocidad de Bardem. De los viejos quedan prácticamente solo Depp y Rush, que eran lo mejorcito de las entregas anteriores.

Hay además un toque de profundidad en su último tramo –muy en la línea de Star Wars, por cierto– que sorprende en una serie que brillaba por su frivolidad. Y hay, por último, un continuar apostando por un cuidadísimo diseño de producción pero más trabado a la historia. Si, especialmente en los últimos capítulos, habíamos visto un festival de efectos especiales dirigidos a coreografiar las batallas, aquí estos mismos efectos tienen un pretexto narrativo mucho más claro. En este sentido, escenas como el robo del banco o la última huida son, además de espectaculares, hilarantes, en el primer caso, y sumamente emocionantes, en el segundo.

En definitiva, una película que, sin llegar en ningún momento al nivel de la primera, supera con mucho los últimos piratas que habíamos visto y deja claro que hay historia para rato.

Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta

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