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Bruce Spence
La quinta película, sin llegar al nivel de la primera, supera con mucho los últimos piratas que habíamos visto y deja claro que hay historia para rato.
La tercera película de la saga de Narnia recupera la amenidad, profundidad y simpatía de la primera película.
El director de Moulin Rouge hace una película “como las de antes”. De larga duración, con trama “bigger than life”, en un marco de proporciones épicas, y contenedora de una apasionada historia romántica.
Las fuerzas de Saruman han sido destruidas, y su fortaleza sitiada. Ha llegado el momento de que se decida el destino de la Tierra Media, y por primera vez en mucho tiempo, parece que hay una pequeña esperanza. La atención del señor oscuro Sauron se centra ahora en Gondor, el último reducto de los hombres, y del cual Aragorn tendrá que reclamar el trono para ocupar su puesto de rey. Pero las fuerzas de Sauron ya se preparan para lanzar el último y definitivo ataque contra el reino de Gondor, la batalla que decidirá el destino de todos. Mientras tanto, Frodo y Sam continuan su camino hacia Mordor, a la espera de que Sauron no repare en que dos pequeños Hobbits se acercan cada día más al final de su camino, el Monte del Destino.
Nemo, un pececillo, hijo único muy querido y protegido por su padre, ha sido capturado en un arrecife australiano y ahora vive en una pecera en la oficina de un dentista de Sidney. El tímido padre de Nemo se embarcará en una peligrosa aventura para rescatar a su hijo. Pero Nemo y sus nuevos amigos tienen también un astuto plan para escapar de la pecera y volver al mar.

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