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Matar al mensajero

PÚBLICOJóvenes

CLASIFICACIÓNLenguaje soez, Violencia, Sensualidad

ESTRENO09/10/2014


Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 88/14

Esta película recrea la historia real del periodista estadounidense Gary Webb, ganador de dos premios Pulitzer. En 1996, Webb denunció la vinculación de la CIA con el tráfico de cocaína en Estados Unidos para financiar ilegalmente a los rebeldes nicaragüenses que intentaban derrocar al gobierno sandinista. Su actuación hizo tambalear su matrimonio y le echó encima a toda la administración pública y a muchos medios de comunicación al servicio de ella.

El neoyorquino Michael Cuesta acierta al imitar los mejores filmes periodísticos de los años 70 del siglo pasado, sobre todo El último testigo (1974) y Todos los hombres del presidente (1976), ambos de Alan J. Pakula. De este modo, su vibrante puesta en escena hiperrealista desarrolla con vigor el sólido guion de Peter Landesman, que dosifica muy bien el abundante material documental de los dos libros en los que se ha basado: uno del propio Gary Webb (Dark Alliance) y otro de Nick Schou (Kill the Messenger).

Por su parte, el apabullante reparto —liderado por un contenido Jeremy Renner— encarna muy bien los dilemas morales de los personajes, dotando así de veracidad a la angustiosa intriga, solo rota por contadas secuencias de acción. Ciertamente, Matar al mensajero resulta algo maniquea, pesimista y malhablada. Pero sobre esos defectos se impone su notable factura, su gran intensidad emocional y su valiosa exaltación del periodismo frente a los abusos del poder.

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