Lope

GÉNEROS,

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNSexo

ESTRENO03/09/2010

Mucho se esperaba de esta película sobre Lope de Vega, uno de los más grandes poetas y dramaturgos de la historia. El inteligente guión de Gasull (El viaje de Arián) y Del Moral (Los lunes al sol) resuelve con una llamativa destreza la papeleta de contar las tumultuosas pasiones del joven Lope en una sociedad compleja, donde la buena literatura y el teatro de calidad eran el placer de ricos y pobres.

Mencionamos primero a los guionistas porque esta película, si adolece de algo, es de la dirección falta de matices del brasileño Andrucha Waddington. No termina de coger el punto a la historia, quizás por desconocimiento de la riqueza del personaje y por falta de recorrido cinematográfico (es su cuarta película y su primera superproducción).

Basta fijarse en su torpeza manifiesta en el tratamiento del sexo, con tres secuencias llamativamente procaces y morosas, sencillamente incoherentes con la poesía de Lope y con lo que él mismo cuenta de sus locuras juveniles de amor, que las hubo. O en su dificultad para mezclar el drama y la comedia, algo tan propio de Lope. En cambio, Waddington rueda bien las secuencias de acción, dirige bien a los actores y sabe planificar las escenas con mucha gente.

Afortunadamente el reparto hace un trabajo excepcional y se apodera de la función: desde el joven Alberto Amman (el protagonista de Celda 211) hasta Dechent, pasando por unas soberanas López de Ayala (en un papel desagradecido pero eficaz) y Watling (la actriz española de origen británico tiene una llamativa capacidad de generar empatía) hasta llegar a un poderoso Juan Diego como el empresario teatral y a un sorprendente Antonio de la Torre en el papel del hermano de Lope. Un pletórico Luis Tosar (el premiado Malamadre de Celda 211), por fin en un papel distinto al que le suelen asignar, compone un fraile humano y entrañable.

La puesta en escena aprovecha al máximo los recursos disponibles, con una dignísima recreación de la época, con bellas vistas urbanas y campestres, un vestuario cuidado y creíble y una música atinadísima de Fernando Velázquez.

Lope representa una manera de hacer cine, de producirlo, muy inteligente. No se trataba de adaptar una obra de un gran escritor del Siglo de Oro (la excelente El perro del hortelano) ni de contar una historia de ficción ambientada en esa época (la notable Alatriste). El reto era decir a los españoles del siglo XXI y por extensión al público internacional: con ustedes, Félix Lope de Vega y Carpio. Y salen muy bien parados del lance.

En fin, esta es una película de muy buen nivel: asistir a la encarnación de uno de los más inolvidables poemas de Lope, saltando de los ojos de Lope a los de las mujeres que ama, Isabel y Elena, velas que recogen ese vendaval de adjetivos que define el amor ya compensa con creces el precio de la entrada.

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