Tras fracasar con las toscas El corazón del guerrero y El robo más grande jamás contado, el excrítico de cine mallorquín Daniel Monzón subió de nivel con la intriga La caja Kovak y triunfó rotundamente con el drama carcelario Celda 211. Ahora confirma sus cualidades narrativas y dramáticas con El Niño, intensísimo thriller que también ha escrito con el asturiano Jorge Guerricaechevarría.
Criados en el ambiente del contrabando, los amigos andaluces el Niño (Jesús Castro) y el Compi (Jesús Carroza) quieren iniciarse en el turbio mundo del narcotráfico, que mueve millones de euros por los agitados catorce kilómetros de mar que separan España de Marruecos. Pero el casi juguetón y temerario afán de esos incautos jóvenes se cruza con los denodados esfuerzos de Jesús (Luis Tosar) y Eva (Bárbara Lennie), dos honestos agentes de la policía española, que llevan años tratando de demostrar que la ruta del hachís es ahora uno de los principales coladeros de la cocaína que llega a Europa. Su objetivo es el Inglés (Ian McShane), que mueve los hilos desde Gibraltar, su inexpugnable base de operaciones.
Aunque es más sólido y sugerente en la subtrama criminal que en la policiaca, el guion tiene un ritmo trepidante, dibuja con profundidad a todos los personajes y permite el lucimiento de un reparto excelente, en el que los veteranos –Luis Tosar, Eduard Fernández, Sergi López, Bárbara Lennie– sostienen el entramado dramático sobre el que Jesús Castro y Jesús Carroza despliegan una veracidad apabullante, nada maniquea y con una sugerente variedad de grises, a ratos oscura y hasta sórdida, pero finalmente abierta a la esperanza y la redención. Por su parte, Monzón exprime al máximo la generosa y esmerada producción de la película, que brinda un impactante espectáculo visual y sonoro. Además, Monzón nada con vigor entre la tragedia, la comedia y el thriller, y roza la excelencia en varias secuencias de acción, especialmente en las memorables persecuciones en helicóptero por el estrecho de Gibraltar. Queda así una sobresaliente película de género, llamada a triunfar en taquilla y ganar premios, a la que solo cabe reprochar un par de convencionales concesiones eróticas.
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