Un hombre alquila una habitación en un lujoso hotel de Nueva York, encarga una comida exquisita, abre la ventana, sale a la cornisa y se dispone a saltar.
Naturalmente, la historia tiene muchas ramificaciones relacionadas con el pasado de un policía y su empeño por demostrar su inocencia en un caso turbio. Todo es inverosímil, pero se hace creíble gracias al buen hacer del realizador danés Asger Leth, que sabe dar a la historia el tono y ritmo adecuados, consciente de que no se trata de un thriller serio sino de un puro entretenimiento en la línea del crimen perfecto o de la perfecta evasión.
Leth junta un reparto digno sin salirse de presupuesto, con una buena relación calidad-precio. Los actores hacen amena una película que es buen cine de acción, con múltiples tramas y subtramas, ritmo intenso, algún toque de humor, un par de apuntes románticos y una concesión erótica tonta.
Leth y su guionista principal, el venezolano Pablo Fenjves, sin pretensiones, aprovechan la ocasión para criticar a los responsables de la crisis económica y de la prensa sensacionalista. Un buen entretenimiento.