El francés Luc Besson (París, 1951) se ha consolidado como uno de los directores y productores europeos más poderosos, quizás el más prolífico. Sus películas de entretenimiento de alto presupuesto cada vez se asemejan más a las norteamericanas en cuanto al cuidado diseño de producción y la calidad de los efectos especiales, así como en el trabajo de los especialistas, que doblan a los actores en las secuencias arriesgadas.
El director de León el profesional ha adaptado al cine un cómic del francés Jacques Tardi, del que se editaron 9 álbumes entre 1976 y 1998. Protagonizada por una audaz y bella reportera que vive en el París de los años previos a la Primera Guerra Mundial, la película es un carrusel de aventuras, con viajes, descubrimientos arqueológicos, crímenes, animales prehistóricos, científicos despistados y perdidamente enamorados, policías ineptos, etc. La historia de la hermosa y resuelta Adèle Blanc-Sec y su pelea incansable por devolver la salud a su hermana enferma, en una compleja trama llena de giros y sorpresas, es realmente ingeniosa y recuerda esa película deliciosa titulada El secreto de la pirámide (Barry Levinson, 1985).
La puesta en escena es brillante, los actores tienen mucha chispa y la cinta está bien rodada y mejor montada. El guión del propio Besson sorprende por su capacidad de atrapar el gracejo del cómic original, con evidentes parecidos con Tintín e Indiana Jones pero con unos factores de originalidad muy acusados, que Besson ha acentuado para lograr una película muy francesa, con un humor muy conseguido.
Lástima que a Besson se le vaya la cabeza (algo habitual en este director) y en tres momentos (un desnudo de toilette de la protagonista y dos gags procaces) olvide que está haciendo una película para todos los públicos.
