En esta película, el austriaco Hans Weingartner depura el divertido estilo contestatario y algo ácrata que ya desplegó en su anterior película: Los Edukadores. Esta vez, su alegato contra el sistema consumista de los países occidentales se centra en la televisión que, según él, idiotiza y animaliza a los espectadores, para mayor gozo de los tiranos políticos y económicos de turno.

Contra esa realidad lucha el protagonista, un antiguo productor televisivo que quiere enmendar todo el mal que ha hecho con sus programas. Y se le unen una joven víctima de sus excesos y un variopinto grupo de desarraigados, que les ayudan primero a investigar a fondo el sistema de medición de audiencias de Alemania, y después a manipularlo con el fin de generar una nueva primavera cultural, en la que los libros, la música y el buen cine sustituyan a la televisión basura entre los gustos del público.

A veces, resulta demasiado soez el mordaz retrato que hace la película de muchos programas televisivos. Y a mitad de metraje, el ritmo sufre un cierto desfallecimiento. Sin embargo, su agresiva planificación resulta sugestiva, los actores cumplen con creces y, sobre todo, el guión desarrolla un alegato inteligente y muy divertido contra la irresponsabilidad de la televisión basura, las drogas, el materialismo y el individualismo.

Una interesante propuesta, que confirma la vitalidad del cine alemán desde hace ya unos cuantos años.

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