La adaptación del musical de Broadway sobre el grupo “The Four Seasons”, surgido en los años sesenta, se queda en una historia convencional, un tanto fría y desangelada.
La relación entre un productor discográfico y una cantante, cada uno con su crisis personal, es una historia sólida, con valores humanos y derroteros no trillados.
Esta entrega sigue fiel a las anteriores de la serie, cantando y contando pequeñas aventuras del grupo que se embarca en un crucero y acaba en una isla desierta.