“La feel good movie del año”, reza la promoción de este musical. “La Mamma mia escocesa”, han escrito otros. Las dos afirmaciones tienen su parte de verdad porque, claramente, Amanece en Edimburgo es una de esas películas que, sin ser brillantes, dejan un buen sabor de boca y, como en el caso de Mamma mia, su único sentido es envolver con una historia o historieta las canciones de un grupo famoso (llámese Abba o, ahora, el duo escocés The Proclaimers).
Amanece en Edimburgo nació como musical –Sunshine on Leith– en 2007 y cuenta la historia de dos amigos que vuelven a Edimburgo después de la guerra en Afganistán. Junto con sus familias, tendrán que recomponer sus vidas y, sobre todo, revisar sus relaciones afectivas.
La historia tiene todo lo que pide el cuasigénero de las feel good movies; es decir, romance, comedia, drama y mucha música. Son 13 canciones de The Proclaimers que los actores cantan de manera irregular (unos mejor y otros bastante mal), pero con unas más que correctas coreografías, en algún caso notables: como la escena final con el celebérrimo tema I’m Gonna Be (500 Miles). Para quien no sea muy amante del género, la película acusa mucho su origen teatral y el modo de engarzar las canciones con el diálogo hablado es un tanto artificioso.
En cuanto al guion –como suele ocurrir con este tipo de musicales inspirados en letras de canciones (el grupo escocés no es Victor Hugo)–, la historia es muy sencilla y la evolución de los personajes previsible. A pesar de todo, hay tramas –como la protagonizada por el veterano Peter Mullan– que tienen fuerza y, a lo largo de la película, se subraya de una forma positiva cuestiones de interés como la necesidad del perdón, de superar el miedo al compromiso y la importancia de los lazos familiares. En resumen, nada que ver con la superficialidad rampante de Mamma mia.
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