Casos como la historia de la pareja australiana que, tras recurrir a una madre de alquiler en Tailandia, volvió a casa con una hija sana y abandonó al otro por sufrir síndrome de Down, han puesto de manifiesto el lado oscuro de la maternidad subrogada.
Francia no inscribe a los hijos nacidos de “vientres de alquiler” y renuncia a renegociar las convenciones bilaterales con países que no reconocen las uniones homosexuales.
La reproducción asistida, pensada para superar problemas de esterilidad, está siendo utilizada cada vez más por madres solteras y sin intención de emparejarse.
La “paternidad intencional” pretende justificar el afán de tener descendencia a toda costa en situaciones cada vez más variadas (madres solteras por elección, parejas de lesbianas y de gays, recurso a vientres de alquiler...).
Dos casos recientes de España y Francia muestran cómo se recurre al “turismo reproductivo” en California para intentar esquivar la prohibición de la maternidad “de alquiler”.