Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 80/13

El 25 de julio de 2010, The Guardian, The New York Times y Der Spiegel publicaron miles de documentos filtrados por WikiLeaks. Así arranca esta película que, poniendo el foco de atención en la controvertida personalidad del fundador de la famosa web, Julian Assange, adapta el libro-denuncia del que fue su principal seguidor, el alemán Daniel Domscheit-Berg, y acabó siendo su más feroz enemigo. A pesar de todo, el retrato que hace de Assange es bastante equilibrado, dentro del equilibrio que puede encontrarse en un perfil tan complejo y perturbado como el del hacker australiano.

El quinto poder no es La red social. Hay un abismo entre estas dos películas tan fáciles de comparar. En segundo lugar, porque Bill Condon no es David Fincher, y en primero, porque el guion no lo firma Aaron Sorkin sino Josh Singer. La película tiene una realización bastante plana y se echa de menos un libreto con mordiente, más dramático…

A pesar de esto, El quinto poder es interesante y opta por algunas decisiones inteligentes, quizás no muy acertadas desde el punto de vista artístico pero eficaces para la narrativa. Por ejemplo, arrancar la historia con uno de los capítulos más conocidos del caso (el de la publicación de las filtraciones por las prestigiosas cabeceras); no prestar apenas atención a los episodios más truculentos de la vida de Assange; construir las subtramas a partir de la relación de WikiLeaks con los diferentes “agentes” que intervinieron en el affaire (periódicos, equipo de Assange, políticos), o centrar el debate –más que en a favor o en contra de WikiLeaks– en una evidencia: Internet ha cambiado la comunicación y ha democratizado el acceso a las fuentes de información. Una realidad –¿positiva?, ¿negativa?; realidad, al fin y al cabo– que los otros cuatro poderes tienen que asumir, y ante la que tienen que responder con ética, profesionalidad, buen hacer, generosidad y transparencia. No es fácil… y la prueba es que, como refleja bien la película, este quinto poder tampoco puede lanzar la primera piedra.

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