En 2009, el norirlandés Tomm Moore codirigió con Nora Twomey El secreto del libro de Kells, preciosa fábula con la que obtuvieron numerosos premios y una candidatura al Oscar. En esa adaptación de un cómic del propio Moore, una minimalista y poética animación tradicional 2D y la magistral banda sonora celta del francés Bruno Coulais se ponían al servicio de una bella leyenda medieval que aunaba magia y religiosidad en curioso equilibrio. Ahora, Moore repite esa fascinante combinación en su primer largometraje en solitario, La canción del mar, con el que ha vuelto a ganar muchos galardones y a optar al Oscar.
Aquí el guion mezcla varias leyendas irlandesas con la dramática historia de un travieso preadolescente, conmocionado por la muerte de su madre, de la que culpa a su hermana pequeña, que nunca ha hablado.
Esta vez, el equilibrio entre magia y religión resulta más ligero y superficial. Pero, de nuevo, la historia goza de una progresiva intensidad emocional, la banda sonora de Bruno Coulais y las canciones de Kila son magníficas, y su imaginativa animación tradicional vuelve a cautivar al espectador y a hacerle ver las enormes potencialidades de esa maltratada técnica, sobre todo en derroches de realismo mágico como este.