Como El profesional, pero con padre e hija sensu stricto. Podría ser el apretado resumen de esta película producida y escrita por el francés Luc Besson.

Un agente (bueno, en realidad un asesino a sueldo) de la CIA con una enfermedad terminal acepta tomar una droga experimental que le salvaría la vida a cambio de realizar una última y peligrosa misión. La muerte próxima le hace recordar a su hija y a su esposa, a las que casi no trata. McG dirige con oficio y sin alardes para que la resultante sea un thriller espectacular, jocoso, emotivo e intenso. Como en la reciente Malavita, hay sentido del humor (a veces, negro) ternura y romanticismo aliñados con tiros, persecuciones y asesinos a granel: todo muy de Besson, ciertamente, pero la película funciona bien gracias a la agilidad del relato y al tono desenvuelto, menos cínico que el de la citada Malavita. Kevin Costner envejece muy bien y lleva la película pegada a sus talones, formando una divertida pareja con la adolescente Hailee Steinfeld.

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