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To the Wonder

TÍTULO ORIGINAL To the Wonder

PRODUCCIÓN Estados Unidos - 2013

DURACIÓN 112 min.

DIRECCIÓN

GÉNEROS,

PÚBLICOAdultos

CLASIFICACIÓNSexo

ESTRENO12/04/2013

Tras la controvertida El árbol de la vida, el director Terrence Malick mantiene una absoluta continuidad de forma y fondo en To the Wonder. Sin llegar al deslumbramiento de aquella, esta se puede considerar como su retoño, su corolario. El argumento se centra en Neil, un químico norteamericano que vive un romance en París con una enamorada Marina, divorciada, madre de Tatiana. Marina decide irse a vivir a EE.UU. con su hija y casarse con Neil. Pero su deseo de hacerlo por la Iglesia se encuentra con el obstáculo de sus anteriores nupcias. Cuando le caduca el visado y retorna a Francia, Neil retoma una antigua relación con otra mujer divorciada, Jane, pero no olvida su amor por Marina.

Malick quiere describir limpiamente la fragilidad del amor humano, su radical insuficiencia, cuando no se inscribe en referencia al Amor divino. Puede sonar decimonónico, pero eso es exactamente lo que propone Malick. Ahora bien, no lo hace en una clave moralista o prescriptiva. Antes de entrar en el planteamiento ético, prefiere detenerse en el metafísico/teológico: la realidad es positiva, y el hombre, a pesar de estar tocado por el mal, anhela la paz, la belleza y el amor infinitos que solo pueden encontrarse en la luz de la gracia de Dios. Los personajes, de los que oímos solamente su alma en voz en off, reconocen esta precariedad antropológica: “Sedientos. Tenemos sed”.

El recorrido antropológico es el mismo de El árbol de la vida. Comienza con la sorpresa de la vida, como si de una primera resurrección se tratara: “Acabo de nacer. Me has sacado de entre las sombras”. Malick despliega todo su oficio fotográfico con gran angular para regalarnos unas conmovedoras imágenes de la naturaleza y del arte. Esa teología de la creación de Malick le atrajo acusaciones de panteísta en su anterior film, y aquí, con la alusión continua a Cristo, quedan desmentidas. En un segundo momento viene la oscuridad, la debilidad, el pecado. Cambia el “decorado”. Las excavadoras, el barro oscuro, el mundo de la contaminación de plomo y cadmio, los charcos cenagosos. Entre el cielo luminoso y esa tierra pútrida está Neil, de pie, tratando de ser hombre.

Hay otros dos personajes catalizadores muy importantes. El sacerdote (Javier Bardem), que supera su aridez en la fe por el camino de la caridad, de descubrir a Cristo en cualquier rostro desfigurado: los pobres, los drogadictos, los presos… Es este personaje el que continuamente proclama que el amor humano, si es solo sentimiento, si no vive del Amor de Dios, fracasa. Por último hay una mujer vestida de negro que representa la tentación de Satanás en el desierto. Ella tienta a Marina: “La vida es solo sueño. Vete. Deja a Neil. Sé libre. Haz lo que quieras”.

Toda la película se resume en una oración. Las últimas frases de los personajes son: “Gracias”, “Estamos hechos para verte”, “Que nuestras vidas solo puedan ser reflejo de tu luz”. Malick sigue de espaldas a las reglas del juego comerciales y hace el cine que quiere hacer, sin un solo plano de concesión a la galería. Eso le honra.

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