La mujer invisible

GÉNEROS, ,

PÚBLICOJóvenes-adultos

CLASIFICACIÓNSexo

ESTRENO25/12/2013


Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 40/14

Segundo trabajo como director de Ralph Fiennes: tras Corolianus, William Shakespeare da paso a Charles Dickens. Aunque aquí no adapta una obra de ficción, sino que evoca un episodio real poco conocido, uno de esos “secretos” que permiten conocer la naturaleza de un alma, en palabras de Dickens citadas en la película: su amor extramarital por Ellen Ternan, mantenido oculto a la opinión pública. Con ella logra una conexión de corazones que ya no tenía con Catherine, su esposa y madre de sus diez hijos.

Abi Morgan, guionista de Shame y La dama de hierro, adapta una biografía de Claire Tomalin dedicada a esa “mujer invisible” por las convenciones de la época. La empresa de capturar una compleja maraña de sentimientos es ambiciosa, y el resultado irregular. El intento de mostrar cómo un escritor en la cumbre de su carrera se siente infeliz en su matrimonio, y ve despertar la pasión amorosa por una sensible jovencita, deja una sensación de cuadro incompleto, y a ratos incluso tosco. Se dan pistas –la relación de Wilkie Collins con una viuda, la preocupación de la madre de Ellen por su futuro…– para que entendamos el puritanismo victoriano, la presión social; pero a veces uno tiene la impresión de que la auténtica “mujer invisible” no es Ellen, sino Catherine, descrita de modo muy elemental, incluso por ese fugaz plano de su desnudez que subraya su poco atractivo físico.

Al mismo Dickens le falta hondura, no podemos acceder a sus secretos: solo tenemos algunas viñetas de él como padre de familia, o en su faceta de escritor, con la lectura pública de sus obras.

En el capítulo interpretativo, además de secundarios notables como Kristin Scott Thomas, brilla Felicity Jones, creíble en su sufriente dama reinventada en el presente, y enamorada arrobada en el pasado.

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