¿Qué clase de padres meterían a su hijita dentro de un horno con el propósito de achicharrarla viva? A esta inquietante pregunta trata de responder Expediente 39.

En el film, Emily es una trabajadora social, que cada día debe lidiar con un montón de complicadas situaciones familiares, donde preocupación principal son los hijos menores de edad. Su jefe le coloca sobre la mesa su caso 39, y sólo a regañadientes decide prestarle atención. Se trata de una denuncia por descuido en la educación de Lilith. Y en efecto, cuando Emily acude a entrevistarse con los padres de la pequeña, se encuentra con un matrimonio de aspecto particularmente siniestro.

Película muy de género, del desconocido director alemán Christian Alvart. Sigue el esquema de títulos terroríficos como La profecía, donde bajo el aspecto de un infante encantador se oculta el mal en estado puro, el demonio o alguien que se le parece. Una vez mostrada la carta de quién es el villano de la función, poco más hay argumentalmente que descubrir; es más, vemos cómo se acude a los clichés de los personajes incrédulos -el jefe de Emily, el policía…- o al de los nervios crecientes de la protagonista -Renée Zellweger, estrenándose en las pelis de miedo-. Lo que no quita para que se brinque por los sustos en más de un momento, con pasajes tan logrados como el del ataque de las avispas.

No obstante, se abusa de una morbosa violencia, truculenta en exceso.

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