Adaptación de la serie japonesa de dibujos animados, en la que se ha incluido acción real interpretada por actores de primera fila. Es un buen producto familiar, que exige aceptar el singular planteamiento estético de los Wachowski en esta ocasión.
Vuelta al pueblo donde se rodó una película hace treinta años. Muy interesante, pero esta vez, Philibert no alcanza la altura de su memorable Ser y tener.
Esta premiada ópera prima del joven israelí Eran Kolirin recrea las desventuras de la banda de la Policía de Alejandría en un pueblo perdido de Israel.
Un atentado contra el presidente de Estados Unidos desencadena la acción de este entretenido thriller, que no queda redondo porque los conflictos de los personajes resultan demasiado simples.
Esta película desarrolla una bella historia de amistad, lealtad, traición y redención, elogiosa de la sincera religiosidad musulmana de los personajes, y ponderada en su repaso realista de la dramática historia reciente de Afganistán.
Junto a las estatuas de Buda que destruyeron los talibanes, una niña afgana es protagonista de una historia que sirve de denuncia contra el fundamentalismo de aquel régimen.
Indigesto cóctel de realismo sucio al estilo de Hijos de los hombres, crítica del cientifismo y la manipulación genética a lo Gattaca, efectismos visuales a lo Matrix, expresionismo vampírico a lo Underworld y misticismo esotérico anticatólico como en El Código Da Vinci.
El intento de adaptar al cine la novela de Garía Márquez no logra recoger ni su realismo mágico ni su desmesura melodramática. Y eso a pesar del extraordinario equipo que ha hecho esta película.