A propósito de una idea sueca, el Washington Post imagina en un editorial (27-I-97) un futuro cercano en que no estaríamos libres de publicidad ni en el quirófano.
El respeto de las diferencias culturales puede tener también sus trampas cuando no se afirman a la vez unos derechos humanos universales. Un caso llamativo han sido las recientes declaraciones de Els Borts, ministra de Sanidad de Holanda, quien afirmó que le parecía "aceptable" el aborto selectivo en función del sexo. Se trataría de sacar de "una situación de emergencia" a mujeres originarias del Tercer Mundo, cuando el marido no desea que nazca una niña y puede discriminar a la mujer por esta razón. Hay que tener en cuenta que el 43% de los abortos que se realizan en el país corresponden a mujeres extranjeras que buscan resolver su problema dentro de la permisiva legislación holandesa. Así que el caso planteado por Borts no parece una mera hipótesis, sino una práctica aceptada en clínicas abortistas holandesas.
Para abordar los nuevos problemas del empleo y de la extensión de la pobreza, es preciso tener una concepción evolutiva de los derechos sociales, sin atrincherarse en los "derechos adquiridos". Esta es la postura defendida en Le Monde (28-I-97) por Jean Kaspar, ex secretario general del sindicato francés CFDT, de inspiración socialista.
Mons. Juan Luis Cipriani, arzobispo de Ayacucho, habla en una entrevista publicada en la revista italiana Tracce (febrero 1997) de su intervención en la crisis de la embajada japonesa en Lima. La revista precisa que la entrevista ha sido posible gracias al nuncio apostólico en Perú, Mons. Fortunato Baldelli.
Patrick E. Tyler, corresponsal del New York Times en China, describe la persecución de los católicos chinos, recrudecida desde 1994 (International Herald Tribune, 28-I-97).