Norteamericano de segunda generación, hijo de inmigrantes, Abel Morales comenzó conduciendo camiones y ahora dirige su propia empresa de transporte de petróleo; la competencia es feroz. Cuando la película comienza, Morales se dispone a adquirir unos almacenes en la zona del puerto que supondrán un gran avance en su ascenso económico y social, pero necesita liquidez y dispone de poco tiempo para conseguir el dinero. Él está decidido a que todas sus operaciones sean legales, pero tiene muchos enemigos, y la tentación de recurrir a “soluciones fáciles” es constante.
La tercera película de Chandor debe mucho a Sidney Lumet y es al mismo tiempo una obra personal del director y guionista. Al igual que hiciera en Margin Call, Chandor cuenta una historia en la que una persona se enfrenta a una crisis, y puede echar la culpa a las circunstancias, o decidir por sí misma. Abel Morales se empeña en no hacer lo que todo el mundo, como todo el mundo, porque todos lo hacen. La película muestra numerosos ejemplos para dejar claro que cada uno es libre y responsable de sus decisiones, no siempre fáciles.
Chandor favorece una puesta en escena clásica y toma todo el tiempo necesario para presentar personajes y localizaciones: unos conductores, unos abogados, el fiscal, la familia, los competidores. Son muchos hilos, pero cada uno es importante para entender las sutilezas de la trama, y a su personaje central Abel Morales, a quien envuelve un aura de misterio. Oscar Isaac, siempre elegante, parece poseído por el espíritu de Al Pacino; el resto del reparto es perfecto.
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