Una foto subida a una red social muestra a un joven tecleando en un portátil. Detrás de él, el azul del mar, la arena hirviente y tres cocoteros; una imagen que a cualquier empleado que eche horas anclado a un ordenador le encenderá la bombilla: “Yo también quiero ¡y puedo! trabajar y vivir así”. Si se anima lo suficiente, hará la maleta, agarrará el pasaporte y se marchará en pos de su oportunidad, su trozo de mar y su cocotero (y una buena conexión a internet, claro, para seguir trabajando desde allí).
Entrará así en el cada vez más amplio club de los nóma ...
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