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Cuando el deporte es buena literatura

publicado
DURACIÓN LECTURA: 5min.

El mundo del deporte ha dado pie para escribir relatos épicos, biografías ejemplares y ensayos sobre virtudes, especialmente en la literatura destinada a los jóvenes. Pero este singular género no solo incluye relatos ejemplares; hay de todo, también biografías que muestran la caída en la desgracia, novelas que utilizan el deporte como una parábola de la existencia y reportajes que encarnan de manera negativa la obsesión por el éxito.

Estas semanas coinciden en las librerías dos libros que tienen el deporte como protagonista. Por un lado, Ander Izaguirre compendia en Cómo ganar el Giro bebiendo sangre de buey múltiples historias y anécdotas relacionadas con el Giro de Italia, una de las carreras ciclistas más importantes del año. Por otro, el escritor checo Ota Pavel ha reunido en El precio del triunfo una colección de relatos protagonizados por deportistas de su país.

Modelos de superación personal

El género de la literatura deportiva incluye numerosas biografías de deportistas famosos en un contexto de superación, como las que han escrito la gimnasta Simone Biles, Sin miedo a volar, o el atleta norteamericano de origen sudanés Lopez Lomong, Correr para vivir. Abundan las biografías sobre deportistas que han alcanzado el éxito y son ejemplo para otros, como las dedicadas a Roger Federer y Rafa Nadal. Y hay también algunos libros muy conseguidos, como Puskas, de Daniel Entrialgo, dedicado al mítico futbolista húngaro.

Otras biografías muestran los sinsabores, las dificultades y a veces los conflictos familiares de los que viven de manera absorbente la pasión por un deporte, como las exitosas memorias de Andrea Agassi, Open, que contienen además excelentes valores literarios. También resulta muy interesante la autobiografía de William Finnegan, Años salvajes, donde relata su obsesión por el surf. En Alimentar a la bestia, el escritor Al Alvarez recuerda la vida y aventuras de su amigo Mo Anthoine, un escalador de fama mundial.

Deportistas que son testimonio de su tiempo

Resultan muy originales algunas biografías que aportan, además, un componente más social y hasta político, como la dedicada a la famosa gimnasta rumana Nadia Comaneci, La pequeña comunista que no sonreía nunca, que sirve también para conocer cómo fue la vida de los deportistas bajo los regímenes comunistas; y Correr, de Jean Echenoz, un reportaje literario sobre el corredor checo Emil Zátopek.

Por su parte, el británico Alan Sillitoe utiliza en La soledad del corredor de fondo, la afición por las carreras de su protagonista, Colin Smith, para mostrar una compleja parábola sobre la rebelión y la desesperación social.

El deporte sirve también para superar los conflictos sociales, como sucedió en Sudáfrica tras la llegada al poder de Nelson Mandela, historia que describe el periodista John Carlin en su libro El factor humano.

Buena parte del tirón de la literatura deportiva se explica por la humanidad de sus protagonistas

Luces y sombras del boxeo

Hay deportes que dan más de sí desde un punto de vista literario. Por ejemplo, el boxeo, donde las vidas de los púgiles, a veces rotas y atormentadas, se convierten en parábolas sobre la existencia trágica. Es lo que hace el periodista norteamericano J. R. Moehringer en El campeón ha vuelto, un reportaje literario sobre un antiguo y conocido boxeador, sumergido ahora en la pobreza. También el novelista Leonard Gardner insiste en Fat City en los boxeadores fracasados.

Además, merecen destacarse los excelentes reportajes deportivos de Gay Talese, especialmente la antología sobre el mundo del deporte, El silencio del héroe, donde salen boxeadores famosos (Joe Louis, Muhamed Ali, Floyd Patterson…) y otros deportistas norteamericanos, como Joe DiMaggio. A lo largo de su trayectoria periodística, Talese muestra –en sus propias palabras– una “permanente fascinación por los deportes como símbolo de la necesidad humana de éxito, y mi respeto por los deportistas, pues asumen riesgos que a menudo no alcanzan sus expectativas, y acaban quedando como perdedores”.

También hay que destacar los escritos de uno de los cronistas más famosos del boxeo, A. J. Liebling, del que la editorial Capitán Swing publicó La dulce ciencia, una antología de sus mejores crónicas. El mundo del boxeo está muy presente también en los relatos de Arthur Conan Doyle, Jack London y Ernst Hemingway, entre otros, y en las crónicas y artículos de algunos periodistas españoles como Manuel Alcántara y David Gistau (El penúltimo negroni).

El fútbol y su literatura

El fútbol está muy presente en la exitosa serie de novelas infantiles Los Futbolísimos, de Roberto Santiago, y en algunas novelas juveniles, como Corre, Benito, corre, sobre el mundo del atletismo, de José Luis Olaizola.

En la literatura general merece destacarse la famosa novela de Nick Hornby, Fiebre en las gradas; una sencilla y amena selección de relatos, Cuentos de fútbol; y la divertida novela del inglés J.I. Carr, Cómo llegamos a la final de Wembley.

Otros libros muestran, por el contrario, aspectos menos nobles del deporte rey, como la novela de Giorgio Faletti, Tres actos y dos partes, o el reportaje sobre los hooligans ingleses que escribió el periodista Bill Buford, Entre los vándalos.

Sobre el mundo del ciclismo, además de los reportajes y libros de viajes de Ander Izaguirre, hay que destacar la novela de Javier García Sánchez El Alpe d’Huez, centrada en una de las míticas ascensiones del Tour de Francia. También en esta competición se ambienta la original novela policiaca de Eugenio Fuentes, Contrarreloj.

Con pretensiones más literarias y culturalistas, el escritor japonés Haruki Murakami describe en De qué hablo cuando hablo de correr su activa afición a las maratones. El Premio Nobel Peter Handke utiliza en El miedo del portero al penalti la vida de un fracasado jugador de fútbol para reflexionar sobre la complejidad de la vida y sus peligrosas consecuencias. Arturo Pérez-Reverte novela en El maestro de esgrima el desconocido mundo de este deporte de combate. El novelista italiano Paolo Cognetti, que ha escrito varias novelas sobre su afición a la montaña, cuenta en Sin llegar nunca a la cumbre una expedición que hizo al Himalaya. Richard Ford convierte a un periodista Frank Bascombe en el protagonista de El periodista deportivo, obra con la que inaugura su ciclo de novelas dedicado a la realidad norteamericana actual.

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