Los Juegos del Hambre / En llamas / Sinsajo

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALThe Hunger Games / Catching Fire / Mockingjay

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2009)

Nº PÁGINAS400 págs.

PRECIO PAPEL18 €

Los Juegos del Hambre, primer volumen de esta trilogía recién llevada al cine, presenta una sociedad dictatorial futura donde, anualmente, son seleccionados por sorteo un chico y una chica de cada uno de los doce estados para luchar entre sí hasta que sólo quede uno vivo. Esto tiene lugar en un estadio un tanto especial –con bosques y lagos y todo tipo de escenarios– desde donde los combates y las muertes son retransmitidos en directo a todo el país. La protagonista y narradora, Katniss, se presenta por su estado para sustituir a su hermana pequeña, que había sido la elegida.

En En llamas, después de una introducción algo más larga, los protagonistas han de volver al estadio para competir de nuevo, pero la rebelión contra el poder está en marcha y Katniss, sin ella saberlo, se ha convertido en la bandera de una facción rebelde que prepara el asalto al poder del presidente Snow.

En Sinsajo, Katniss sufre y se siente responsable por sus decisiones anteriores mientras, a su alrededor, se desarrolla la guerra por parte de unos rebeldes que no dudan en emplear toda la violencia que creen necesaria. Un hilo que recorre las tres novelas es la relación de Katniss con Gale, que era su compañero de cacerías antes de participar en los Juegos, y con Peeta, que es el otro elegido por su estado para participar con ella.

Como bastantes escritores que han tenido éxito en la literatura infantil y juvenil en las últimas décadas, también Suzanne Collins fue durante años guionista de programas televisivos: una experiencia que, sin duda, facilita el trabajo de armar historias que lleguen bien a los lectores jóvenes. La serie tiene rasgos comunes a otras semejantes: se ambienta en una sociedad futura sin libertad, los protagonistas tendrán que hacer frente a elecciones duras, hay acción violenta unida con una trama amorosa, etc.

Su éxito se debe a que todo está construido con habilidad y bien contado pero, sobre todo, a que la novela inicial es especialmente absorbente y mezcla bien ingredientes que hoy aprecian muchos: conecta con quienes disfrutan con los reality shows y con quienes tienen o les parece normal un sentido competitivo exacerbado; presta gran atención a cuestiones de arreglo personal y lucimiento de las chicas (hasta el exceso y la estupidez, en mi opinión), a la vez que acentúa su capacidad de lucha física frente a los chicos (incluida la disposición al salvajismo, si es el caso); y, matizadamente, se podría decir que funciona bien el contraste que se da entre una Katniss que tiene grandes dotes para la lucha y un Peeta con cualidades para la comprensión y el afecto.

La segunda novela continúa la primera pero la tercera con frecuencia es decepcionante para muchos lectores por su tono más oscuro y porque su foco está puesto en la lucha global más que en cuestiones personales.

No hace falta decir que los protagonistas tienen tanto sentido moral como los poderosos que organizaban combates de gladiadores en el imperio romano, o los mismos gladiadores, o los espectadores del circo. Quien considera la supervivencia como el gran objetivo puede prestarse a muchas cosas indignas, y quien no tiene razones o normas bien fundadas para su conducta se acaba guiando por los sentimientos, y así lo hacen Katniss y Peeta por más que tengan ciertas resistencias interiores. Esto no es un problema en sí mismo, pues hay gente así, y que las novelas lo reflejen entra dentro de lo normal, pero ya corresponde a los lectores juzgar el hecho de que la narración presente como valientes o heroicos comportamientos que nada tienen de imitables. En esta dirección el argumento se preocupa mucho, aunque no siempre lo consigue, de impedir que los héroes se “manchen” directamente de sangre. En una reseña de estas novelas se sugería a los lectores que se preguntaran cómo reaccionarían si el protagonista-narrador, en vez de ser una chica encantadora, fuese un soldado nazi que actuase buscando solo sobrevivir y, guiado por sus buenos sentimientos, salvar a quienes quiere.

Como es lógico, autor, editores y algunos que aplauden estas novelas, son conscientes de que son morbosas y socialmente dañinas, como tantos programas televisivos que juegan con la curiosidad acerca de las vidas de otras personas o como tantos espectáculos que banalizan la violencia. Por eso, cuando hablan de ellas las elogian por cosas tan interesantes como que fomentan la lectura entre los jóvenes, y no dan explicaciones directas, que todos podríamos entender aunque no compartiéramos, del tipo “escribo, (o publico, o leo) novelas así porque son las que me gustan”, o “porque quiero ganar dinero” en el caso de los autores y editores. Por el contrario, abundan las coartadas educativo-culturales-morales del estilo “son novelas que reflexionan sobre la injusticia, pues en ellas los pobres son los oprimidos y la chica lucha por salvar a su hermana pequeña y a su familia”, o “son una forma inteligente de acercar a la juventud a los viejos mitos griegos, como el del Minotauro”, o “qué instructivos relatos para que los lectores jóvenes se den cuenta de la crueldad inhumana del circo romano y así nunca se vuelva a repetir”, etc.

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